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Si el Festival de La Habana fue compulsado a prescindir el año pasado de Regreso a Ítaca, de Laurent Cantet, a pesar de contar con un elenco de brillantes intérpretes cubanos (Isabel Santos, Fernando Echevarría, Jorge Perugorría) y de inspirarse en el texto del escritor Leonardo Padura La novela de mi vida, ahora se extiende un gesto de buena voluntad cuando el director francés, cubanófilo de corazón, es invitado como jurado de ficción.
En una entrevista a propósito de la aparición de Regreso a Ítaca, Cantet declaró que “Cuba nos pertenece a todos. Ésta no es una historia de cubanos. Lo que me interesaba de la narración de Padura es su dimensión, si se quiere, mitológica. De ahí el título. Cuba, para una generación como lo mía, no es un país simplemente. Su destino es el de todos nosotros».
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En toda su filmografía, Cantet se refiere al paso del tiempo (El empleo del tiempo), la necesidad de la utopía (Foxfire) y los valores civilizatorios de la palabra y del racionalismo en La clase, ganadora de la Palma de Oro en 2008. “Tengo la impresión de que me he pasado muchísimas tardes en Cuba como las que muestra Regreso a Ítaca. Hablando y hablando. Lo que he querido es rendir homenaje al poder de la palabra para crear lazos indestructibles... Todo el espacio de la película está entregado a la palabra. Además, en Cuba no existe el silencio”.
En otra entrevista, para RTVE, Cantet está convencido de que uno es del país donde tiene amigos: “El personaje de Amadeo (protagonista de Regreso a Ítaca) no puede escribir fuera de Cuba. Me interesaba mucho observarlo porque me recuerda mucho a Padura, que nunca pudo salir de Cuba y que necesita a la isla para escribir. Para mí, que tengo tendencia a viajar para filmar, me sorprenden esas cosas y, al mismo tiempo, las admiro: ese sentimiento de pertenencia a un sitio, a un lugar”.
“Es verdad que todas mis películas intentan hablar de la utopía. Ahora mismo, tal y como están las cosas, el idealismo se rompe frente a la dureza de la realidad. Quizá también puede ser una cuestión generacional, me interesaba filmar este grupo de personas que tienen casi 60 años, que han perdido sus ideales y que han conseguido alejarse lo suficiente como para evaluar los errores y las desilusiones que han vivido”.
“Me gustan las frases del personaje de Aldo: «dejadme creer, sino solo me quedará ahorcarme». Y él es un hombre lúcido, pero tal vez sea eso el ser humano: tener la necesidad de alimentar un sueño.”
“Como europeo, me siento lejos de la preocupación por Cuba, que a está a muchos kilómetros de nosotros, que además tiene una historia diferente. Pero aquí hay una cuestión de universalidad, de gran cuestiones existenciales”.
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