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Como había pronosticado casi todo el mundo, el filme chileno El Club, de Pablo Larraín, se alzó máximo vencedor del 37 Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano. Un Coral especial fue para el largometraje brasileño Toro de neón, de Gabriel Mascaró, mientras que el reconocimiento a la mejor dirección se atribuyó a una realizadora también brasileña, Campo grande, de Sandra Kogut.
Por supuesto que la colombiana El abrazo de la serpiente, de Ciro Guerra, tampoco podía pasar inadvertida, pues llegó a La Habana cargada de reconocimientos. Fue premiada con el Coral a la mejor edición y música original, mientras que México y Argentina compartieron el resto de los principales premios Coral por especialidades: Fotografía y dirección de arte para la argentina La luz incidente, dirigida por Ariel Rotter; guión y sonido, respectivamente, para las mexicanas Te prometo anarquía, de Julio Hernández, y Yo, de Matías Meyer.
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También resultaron ganadores de los premios de actuación varios intérpretes mexicanos: los jóvenes Diego Calva y Eduardo Martínez por Te prometo anarquía, y Jana Raluy, por Un monstruo de mil cabezas, de Rodrigo Pla. Tal elección significó el olvido de actuaciones tan extraordinarias como las del chileno Alfredo Castro en El club, o el cubano Mario Balmaseda en La obra del siglo, o la brasileña Regina Casé por La segunda madre.
Pero a pesar de los reconocimientos en las especialidades para La luz incidente, los pesos pesados del cine argentino pasaron casi inadvertidos: El clan, de Pablo Trapero, solo fue premiada por el público, mientras que Paulina, de Santiago Mitre, tuvo que conformarse con el galardón que entrega la prensa especializada, que no forma parte del jurado oficial.
Similar olvido ocurrió con la representación cubana, que resultaba difícil de ignorar por lo numerosa y por el visible respaldo del público mayoritario. La muy elogiada La obra del siglo, de Carlos M. Quintela, perfectamente merecedora de uno de los grandes Corales, tuvo que conformarse con una mención del jurado; de modo que los otros cuatro largometrajes de ficción concursantes (El acompañante, La cosa humana, Vuelos prohibidos y Cuba Libre) se fueron con las manos vacías en el reparto de los principales Corales.
Más drástico aún fue el jurado de óperas primas, pues el cuarteto cubano (Espejuelos oscuros, Café amargo, Bailando con Margot, Caballos) fue pasado por alto íntegramente, porque en ese apartado triunfó con toda justicia la venezolana Desde allá, de Lorenzo Vigas, mientras que la peruana Magallanes, de Salvador del Solar, alcanzó un Premio Especial del Jurado de ópera primas.
En documental, alcanzó el Coral mayor en su categoría Casa Blanca, de Aleksandra Maciuszek, egresada de la Escuela Internacional de Cine y TV, de San Antonio de los Baños, que rodó en Cuba este notable trabajo, mientras que en animación fue reconocido como el mejor mediometraje Las aventuras de Juan Quin Quin, de Alexander Rodríguez.
Otros tres Corales bastante significativos correspondieron a creadores cubanos: el de guión inédito para El hilo rojo de Arturo Infante; el de postproducción Nuestra América primera copia para Sharing Stella, de Enrique Álvarez, mientras que el de cartel fue otorgado a José Alberto Menéndez por Cuba Libre.
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