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Cuando en 1986 Fidel Castro decidió dejar de pagar la deuda de Cuba no solo tomó una decisión con implicaciones para la inserción de la Isla en el mundo financiero internacional, sino un importante paso cuyos efectos se harán sentir en la nación y sus habitantes casi 50 años después.
Hace unos días, los acreedores del Club de París decidían condonar 8500 millones de dólares de la deuda cubana, en concepto de intereses generados por retraso en los pagos. Con esta decisión se 'perdonaban' los intereses hasta el 2020 que después serían solo del 1,5% de la deuda total aún pendiente
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Para el resto adeudado se establecieron plazos -acomodados a las características de la economía del país- estructurados para 18 años,con pagos anuales que se incrementarán gradualmente, desde un 1,6% de los 2.600 millones de dólares debidos en total —unos 40 millones— en 2016, hasta un 8,9% en 2033
Sin embargo, si Cuba no paga todos los años por el 31 de octubre se le cobrará un 9% adicional hasta el pago, además de los intereses generados por el retraso.
Muchos medios replicaron la noticia -incluido este portal- y aludieron a lo que evidenciaba con respecto al cambio de signo en las relaciones internacionales con Cuba y lo que significaba para su re-inserción en la comunidad financiera internacional.
Sin embargo, pocos repararon en el hecho de que no serán los gobiernos de Fidel Castro ni de su sucesor Raúl los que se encargarían de pagar los montos debitados; Fidel ya no está en el poder desde el 2008 y Raúl continúa aseverando que lo dejará en 2018.
Serán los cubanos y el (los) gobierno(s) venidero(s) los que cargarán sobre sus hombros, sus impuestos y sus economías la devolución de hasta el último centavo.
Una de las tantas herencias que los hermanos al poder en Cuba desde hace más de cinco décadas dejarán a los cubanos.
(Imagen tomada de Internet)
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