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Una de las desventajas indudables de la telenovela cubana Latidos compartidos, actualmente al aire, tiene que ver con su regreso al formato de los treinta minutos de duración por capítulo. Tal brevedad le permite a la televisión llenar un espacio que se vaciaría demasiado rápido con el formato, mucho más agradecido, de cuarenta y cinco minutos o una hora.
Pero no obstante la brevedad de los capítulos y la cantidad de personajes, la nueva telenovela ha logrado entretener agradablemente al público cubano. Al igual que su predecesora, Latidos compartidos manipula elementos del gusto del público cubano como el adulterio, la imposibilidad de consumar ciertas relaciones, la naturalidad, y los triángulos amorosos que implican por lo menos a seis personajes.
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Según ha declarado su directora Consuelo Ramírez, se le prestó especial atención al casting que alterna intérpretes noveles y experimentados. Y el resultado en pantalla ofrece una alta y pareja calidad interpretativa. Uno de los factores que destacan en Latidos compartidos, por encima de su predecesora en la pequeña pantalla consiste no solo en la mayor destreza de su elenco, sino también en el guión, escrito por los jóvenes Gabriela Reboredo, Junior García y Amílcar Salat, y la historia resulta mucho más rica en conflictos, capacidad abarcadora y riqueza dramática.
En cuanto a los triángulos mencionados, por un lado está la casi desconocida Yurelis González interpretando a una abogada que se debate entre su esposo (Ulik Anello) y un apuesto doctor que interpreta el popular Alejandro Cuervo, quien hace un personaje que parece atraer sobre sí todo género de accidentes y mala suerte.
Por otro lado, está otro abogado, llamado Michael Junior, que interpreta el actor Leonardo Benítez (es la primera vez en mucho tiempo que un actor negro tiene el protagónico de una telenovela) y que se debate entre las atenciones de dos mujeres dueñas de paladares rivales, interpretadas por Tamara Morales y Ariana Álvarez.
Entre los experimentados, destaca la presencia de Manuel Porto (un padre aparentemente homófobo), Eslinda Núñez (madre de tres hijos muy distintos), Osvaldo Doimeadiós (brillante en su breve aparición como amante cornudo de una de las propietarias de paladares), Fernando Hechevarría (padre sacrificado pero regularmente distante de los problemas de su familia) y Daysi Quintana (una maestra cuyos hijos también “le cogen la baja”), entre otros.
Latidos compartidos se acerca no solo a conflictos al interior de la pareja y la familia, sino también a la emigración, las diferencias generacionales, la homosexualidad, la religión y el racismo, entre un abanico muy amplio de temas que ya ha conquistado la atención de los televidentes cubanos.
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