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El dedo en la llaga: rescate al triste recuerdo de las UMAP en Cuba

En “Academias para producir machos en Cuba”, el ensayista e investigador cubano Abel Sierra Madero (Matanzas, 1976) rescata y visibiliza el tema de las Unidades Militares de Ayuda a la Producción

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Este artículo es de hace 8 años

En “Academias para producir machos en Cuba” el ensayista e investigador cubano Abel Sierra Madero (Matanzas, 1976) rescata y visibiliza el tema de las Unidades Militares de Ayuda a la Producción, cuyas siglas ―UMAP― son hoy de triste recordación para millones de cubanos.

Autor también del libro Del otro lado del espejo. La sexualidad en la construcción de la nación cubana (2006), Sierra Madero se remonta en su esclarecedor artículo (publicado en la revista Letras Libres) a los años sesenta, momento en que cerca de treinta mil jóvenes cubanos fueron internados en campos de trabajo forzado. Según el autor:

Las vejaciones que tuvieron lugar en las UMAP, en nombre de la ‘higiene social’, dan cuenta del componente homofóbico de la Revolución Cubana.

Entre los años 1965 y 1968 el gobierno cubano creó decenas de campos de trabajo forzado a los que fueron enviados miles de jóvenes bajo la “cobertura” del Servicio Militar Obligatorio, que servía para camuflar las verdaderas intenciones de ese internamiento.

Durante décadas, una especie de velo negro institucional cubrió el tema de las UMAP, un asunto sobre el que “los historiadores han evitado la investigación” y sobre el que se ha rechazado la utilización de términos escabrosos como “campos de internamiento o de trabajo forzado”; tanto así, que en palabras de Abel Sierra Madero, durante años “los testimonios y narrativas producidas por exconfinados de las UMAP casi siempre ha estado bajo sospecha”, y han sido desoídas sistemáticamente tanto por la prensa europea como por la norteamericana.

Los testimonios y narrativas producidas por exconfinados de las UMAP casi siempre ha estado bajo sospecha

A ello se suma que algunos intelectuales cubanos dentro de la isla han insistido en quitar importancia al asunto y remarcar lo que consideran la exageración interesada de quienes desde el exilio presumen de haber estado en la UMAP como si de un título nobiliario se tratase. Sierra Madero menciona el caso concreto del escritor Ambrosio Fornet que, aunque reconoció que las UMAP fueron una suerte de “academia para producir machos”, se ha mostrado crítico con la visión dada en el famoso documental Conducta impropia (1984) de Néstor Almendros y Orlando Jiménez Leal. Según Fornet, la mayoría de los testigos del documental mintió.

Para Abel Sierra Madero, las UMAP no pueden ser entendidas como una institución aislada, sino como parte de un proyecto “orientado al control social y político. Es decir, como una tecnología que involucró los aparatos judicial, militar, educaciones, médico y psiquiátrico”.

Entre los principales criterios que las autoridades tomaron en cuenta para el reclutamiento estuvo la homosexualidad y se calcula que alrededor de ochocientos homosexuales fueron recluidos. Sin embargo, a las UMAP también “fueran enviados delincuentes, religiosos, intelectuales o simplemente muchachos de ascendencia burguesa”.

En su incisivo recorrido por el origen y desarrollo de las UMAP, Sierra Madero se detiene en un comunicado publicado en la revista Mella, el 31 de mayo de 1965, en el cual la UJC (Unión de Jóvenes Comunistas) instaba a los estudiantes de la enseñanza media superior a expulsar de sus centros a los “elementos contrarrevolucionarios y homosexuales”, e impedir así su ingreso en la universidad. A ello se sumaría, pocos días después, la revista Alma Mater, que aseguraba “que la depuración era el resultado del momento histórico y una ‘necesidad para el desarrollo futuro de la Revolución”.

Una vez que las purgas finalizaban, los jóvenes señalados quedaban “expuestos y a merced del Estado. Su entrada las UMAP era cuestión de tiempo”. Luego los CDR se encargaban de hacer los censos para identificar a los jóvenes que no trabajaban y estudiaban, y esa información se le suministraba al Ministerio del Interior y al Ministerio de la Fuerzas Armadas Revolucionarias (Minfar), que se encargaba del reclutamiento.

“Academia para producir machos en Cuba” es un esclarecedor y necesario artículo, pues viene confirmar lo que ya imaginábamos: que 1984, la novela de George Orwell, tiene menos de ciencia ficción de lo que se pueda suponer.

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Judith Moris

Redactora en CiberCuba. Licenciada en Filología Hispánica por la Universidad de La Habana, y Máster por la Universidad Autónoma de Barcelona. Ha sido profesora en la UH e investigadora en la UAB, y redactora/editora de la editorial Teide


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Judith Moris

Redactora en CiberCuba. Licenciada en Filología Hispánica por la Universidad de La Habana, y Máster por la Universidad Autónoma de Barcelona. Ha sido profesora en la UH e investigadora en la UAB, y redactora/editora de la editorial Teide