Como parte de la celebración debido a la función número doscientos de la obra, será repuesta en escena Mi socio Manolo, obra original de Eugenio Hernández Espinosa, por parte de la compañía Teatro del Sol, y por supuesto con el ya clásico duelo actoral entre José Ignacio León y Renecito de la Cruz.
En versión de Sarah María Cruz (que se ocupa de la Dirección artística y General) y José Ignacio León, quien además protagoniza junto a Renecito de la Cruz, la obra cuenta la historia Cheo y Manolo, dos amigos que se reencuentran después de muchos años y tratan de celebrar un juego que concita la camaradería, la competencia, la admiración, la envidia y hasta los celos, las inseguridades y bajas pasiones.
Sarah Maria Cruz, la directora juega con muy diversas emociones en su puesta en escena, pues el personaje de Cheo (interpretado por el consagrado actor José Ignacio León) regresa del extranjero como el posible triunfador que espera ver el resplandor de su éxito en los ojos de los vecinos del barrio. Manolo (interpretado con madurez por Renecito de la Cruz) se muestra satisfecho de la existencia que lleva. Ambos personajes son perdedores, pero se muestran incapaces de asumir honestamente lo que han sido y lo que son realmente.
Según el crítico de teatro Osvaldo Cano, “con Mi socio Manolo, el autor de María Antonia y Odebí de cazador, vuelve sobre algunos de sus temas favoritos y ubica a dos contradictorias criaturas en medio de un entorno que se transforma constante y aceleradamente. Cheo y Manolo son víctimas de un orden de cosas atávico, sus conductas son hijas de los prejuicios y códigos éticos que predominaron por mucho tiempo y que contribuyeron decisivamente a modelarlos como seres humanos. A la luz de estos tiempos la contradicción entre los preceptos y tabúes que los movilizan y la propia realidad, provoca la reflexión e incluso la carcajada con la cual los condenan los receptores”.
De acuerdo con la crónica de Rufo Caballero, uno de los más ilustrados y agudos críticos que hubo en Cuba, respecto a la versión cinematográfica de Julio García Espinosa, “en Mi socio Manolo, Hernández Espinosa se confía al poder revelador de la palabra casi todo el tiempo. Una palabra cargada de retórica sobre la adscripción más o menos incondicional a la Revolución cubana. (…) No obstante, hay que reconocer la audacia de Hernández Espinosa para insistir en 1971 en los perfiles de personajes no modélicos, que aluden a la ejemplaridad pero no hacen parte precisamente de ella, que están a dos pasos del margen social y la expresión lateral”.
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