Por Yeny García
La Habana, 14 feb (EFE).- Catapultada a la actualidad por la visita del patriarca Kiril a Cuba, la catedral de la Iglesia Ortodoxa Rusa en La Habana rompe la monotonía arquitectónica colonial de la parte antigua de la ciudad, donde se la reconoce como una de las raras y exóticas joyas de la isla caribeña.
Ubicado a orillas de la bahía habanera, en la Avenida del Puerto, el templo de estilo bizantino sorprende en un entorno dominado por fortalezas españolas, conventos, iglesias católicas, calles empedradas y antiguas casonas.
Seis cúpulas -doradas la mayor y la menor, de color cobrizo las cuatro restantes- coronan la edificación, cuya primera piedra fue puesta hace diez años, el 14 de febrero de 2006, por el entonces cosmopolita Kiril, quien la consagró 32 meses más tarde a Nuestra Señora de Kazán, venerada como la madre y protectora del pueblo ruso.
Precisamente es una imagen de la "kazanskaya", como se conoce en Rusia a esta virgen, quien recibe a los fieles y curiosos a la entrada del templo.
El icono de estilo greco-bizantino representa a la Virgen sosteniendo al Niño Jesús casi de pie en su regazo, quien la bendice con su mano derecha.
La edificación, en la que se utilizaron más de un millón de ladrillos cubanos y mobiliario, lámparas, campanas y cruces traídos desde la Rusia, fue una de las más complejas emprendidas en La Habana Vieja, con un costo de más de dos millones de euros.
Otra particularidad de este templo es que es el mayor, pero no el único templo ortodoxo en la capital caribeña.
Muy cerca, en el patio del convento católico de San Francisco, hay otra catedral -muy pequeña- de la iglesia ortodoxa griega, consagrada en 2004 por el patriarca de Constantinopla, Bartolomeo I, en presencia del entonces presidente de Cuba, Fidel Castro.
Para los miles de rusos ortodoxos que viven actualmente en la isla, fue un anhelo largamente soñado la construcción de un templo en Cuba, una de las naciones de Latinoamérica con mayor población rusoparlante.
"Pasé cerca de 20 años queriendo ir a un lugar donde pudiera profesar mi fe", cuenta a Efe Polina, una de los cientos de rusas que viajaron a Cuba "por amor" en los años soviéticos y se quedaron a vivir porque "ya la familia estaba hecha" en la isla.
Polina, ya con nietos, educó a sus hijos como ortodoxos y se confiesa "feliz por poder llevarlos a la catedral", que ofrece además clases gratuitas de ruso a quien desee acercarse a esa cultura.
La edificación de este templo coincidió además con el relanzamiento de las relaciones con Rusia, debilitadas tras la disolución de la Unión Soviética, el principal apoyo de Cuba en los primeros años de su Revolución.
Reconocida por el Gobierno cubano como "puente cultural" y "símbolo de la amistad entre Cuba y Rusia", la catedral habanera de Nuestra Señora de Kazán fue construida por un equipo conjunto de los dos países.
Varias anécdotas quedan de este esfuerzo binacional, entre ellas la rotura de una de las grúas que transportaba las cúpulas para su instalación y que provocó que un especialista ruso y un técnico cubano estuvieran hora y media sin comunicarse debido a que ninguno de los dos conocía el idioma del otro.
La bendición de la Virgen de Kazán también cayó sobre los hogares y negocios alrededor del templo ortodoxo, que recibieron mejoras en sus fachadas y estructuras interiores.
A la inauguración de la catedral, en octubre de 2008, asistieron el presidente cubano Raúl Castro y el entonces cosmopolita Kiril, que ahora ha regresado a la isla en calidad de máximo líder de la Iglesia Ortodoxa Rusa y que ofrecerá este domingo una liturgia, que será la última actividad en la agenda oficial de su primera visita como patriarca a la isla.
La visita de Kiril a La Habana ha estado marcada por el histórico encuentro que mantuvo con el papa Francisco en el aeropuerto de la ciudad, el primero de dos líderes de las iglesias ortodoxa y católica en casi mil años de cisma.
(Imagen de Granma)
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