El Tampa Bay Rays cumplió el pronóstico y derrotó 4-1 al equipo Cuba de béisbol, con jonrón de Rudy Reyes que embelleció nuestra derrota en el primer encuentro entre la isla y un conjunto de la MLB desde 1999.
En un desconocido estadio Latinoamericano, con techo arreglado, césped cambiado y paredes pintadas, así como una lona gigante que podrá utilizarse desde ahora para tapar el cuadro cuando llueva, el equipo de la Florida venció 4 por 1 a nuestra selección nacional.
La única carrera cubana la fabricó Rudy Reyes con jonrón por el jardín izquierdo en el noveno inning.
Cuba amenazó con hits inaugurales en la entrada inicial de Yordan Manduley y Yosvani Alarcón frente a los envíos de Matt Moore, quien lanzó una excelente pelota a lo largo de seis entradas. Por su parte, Yosvani Torres retiró de uno, dos y tres la parte alta del primer capítulo. Sin embargo, el gigante pinareño no tuvo igual suerte en la segunda entrada, donde le conectaron par de hits, incluido cañonazo de James Loney que impulsó la primera carrera del encuentro.
Luego de dar una base por bolas a Longoria, Torres fue sustituido en el tercer capítulo por el pinareño Livan Moinello, quien no llegó a completar una entrada, pues explotó tras recibir jonrón de Loney que encontró hombre en primera y puso el juego 3 por 0.
En el séptimo inning los Rays marcaron otra, por base por bolas de Danny Betancourt y par de indiscutibles soportados por Miguel Lahera. José Ángel García concluyó la entrada.
Los relevistas Rayan Webb, Xavier Cedeño y Alex Colomé se encargaron de cementar la victoria de los Tampa Bay, repartiéndose las tres últimas entradas. Colomé soporto el batazo de Rudy y doble de Juan Carlos Torrientes, ambos jugadores de Industriales, antes de matar el inning.
Por Cuba, Freddy Asiel Álvarez tiró el octavo, mientras Vladimir Baños, Yusnier Cano y Alexander Rodríguez se dividían el noveno, un tercio cada uno.
Mientras el mánager Kevin Cash hacía cambios para darle juego a todos sus jugadores, Víctor Mesa hizo sus sustituciones con la esperanza de remontar la diferencia, algo que no ocurrió. En esa última entrada imitó al visitante y le dio trabajo a su bullpen.
Aunque ninguno de los dos equipos bateó mucho, los estadounidenses aprovecharon mejor sus oportunidades. Cuba conectó 8 hits, con Rudy como mejor bateador con su jonrón en función de emergente. Yordan Manduley, José Adolis García y Yosvani Alarcón también destacaron al conectar dos indiscutibles cada uno. Por su parte, los Rays batearon 5 cañonazos, incluido el jonrón decisivo de Loney.
Por la tanda visitante alineó como hombre proa el cubano Dayron Varona, quien fue sustituido en el tercer inning y despedido con un fuerte aplauso del público del estadio Latinoamericano.
El partido comenzó con la presencia del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y su homólogo de Cuba, Raúl Castro, quienes abandonaron el estadio al finalizar el segundo inning, lo que sin dudas le restó algo de atractivo al encuentro. Poco después, Obama abandonó la isla para dar por concluida su histórica visita oficial.
Antes de comenzar las acciones, el estadio dedicó un minuto de silencio por las víctimas del acto de terrorismo perpetrado en Bruselas.
Luis Tiant y Pedro Luis Lazo hicieron al unísono el primer lanzamiento del encuentro, en homenaje a dos grandes cubanos que triunfaron respectivamente en la MLB y en la Serie Nacional, y que encabezaron las muchas estrellas cubanas y extranjeras que asistieron al choque.
También el estelarísimo Derek Jeter honró con su presencia el estadio Latinoamericano. Con sus 3 465 hit en 20 temporadas con los Yankees de Nueva York, el Señor Noviembre es el cuarto mayor productor de indiscutibles en toda la historia de las Grandes Ligas, y el primero del equipo donde militó a lo largo de toda su carrera.
Fue un juego de gran trascendencia, que debe sentar las bases para nuevos encuentros de equipos de Grandes Ligas en suelo cubano. Además, debe servir de impulso para que los cubanos que viven en la isla puedan algún día comenzar a contratarse en equipos estadounidenses. A largo plazo, pudiera también valer para algo tan extraordinario como que Cuba pueda tener su propia franquicia en la MLB, como antes de 1959. Finalmente, como corriente subterránea, pudiera unir a dos países, ayudar a limar diferencias entre los dos gobiernos y acabar con su larga enemistad, cuya víctima anónima ha sido el pueblo cubano.
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