Boxeador cubano Pablo Romero: “Cuando no les fui útil, se olvidaron de mí”

“Me veo en Miami y me parece que es mentira, y la gente no se imagina desde cuándo soñé con venir, pero no podía. En mis tiempos de gloria, tenía mucha presión, demasiados ojos sobre mí. Escapar era imposible. Luego pasó el tiempo y cuando no les fui más útil, se olvidaron de mí”, dijo Pablo Romero en entrevista para El Nuevo Herlad.

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Este artículo es de hace 8 años

Con 55, el multicampeón Pablo Romero llegó a Miami, donde espera trabajar como entrenador en el boxeo, para ayudar a los boxeadores cubanos establecidos o que comiencen su carrera profesional.

El legendario Pablo Romero llegó a Miami tras varios meses de un peligroso viaje desde ecuador. “Me veo en Miami y me parece que es mentira, y la gente no se imagina desde cuándo soñé con venir, pero no podía. En mis tiempos de gloria, tenía mucha presión, demasiados ojos sobre mí. Escapar era imposible. Luego pasó el tiempo y cuando no les fui más útil, se olvidaron de mí”, dijo Pablo Romero en entrevista para El Nuevo Herlad.


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Doble campeón mundial en Munich 1982 y Reno 1986, y considerado el mejor semipesado de la década de los 80, Pablo Romero nunca pudo luchar por una medalla olímpica pues fue víctima del boicot que le hizo el gobierno cubano a las Olimpiadas de Los Ángeles 1984 y Seúl 1988.

“Si tomas en cuenta que Holyfield terminó con el bronce en Los Ángeles, ¿imaginas lo que hubiera hecho yo? Fuimos una generación entera privada de la gloria olímpica por el capricho de un hombre. Cuando llegó Barcelona en 1992 ya llevaba dos años en el retiro. Holyfield, por su parte, seguía en la cúspide, cosechando éxitos”, dijo de uno de sus grandes rivales, el estadounidense Evander Holyfield, a quien derrotó en los Juegos Panamericanos de Caracas 1983.

Tras su retiro, Romero hizo misiones en América Latina y África, pero se sentía relegado, por lo que optó por abandonar su país. El 24 de noviembre del año pasado salió para Ecuador junto con su familia, en un viaje que duraría tres meses y que estaría lleno de peligros y a merced de secuestradores.

“Por las noches me decía a mí mismo que sí tenía que usar los puños una vez más para defender a los míos, me convertiría en aquel Pablo que derrumbaba rivales sin problemas. Ha sido una experiencia dura, pero en la vida no hay nada de regalo. Esto fue lo que Dios nos puso en el camino para llegar a Miami”.

Ya en Estados Unidos, se propone fundar un gimnasio donde pueda entrenar a boxeadores cubanos profesionales y a jóvenes talentos de su país.

“No me importa la edad, ni lo que puede venir, tengo muchos deseos de salir adelante. No quiero mirar atrás. Los títulos mundiales y las medallas tuvieron su momento. Pienso que mi vida comienza de nuevo”.

(Imagen tomada de www.elnuevoherald.com)

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