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Por: Yusuam Palacios Ortega (Presidente del Movimiento Juvenil Martiano, que se hizo viral en las redes por su crítica al discurso de Obama en Cuba)
Fue un discurso seductor cual muerte dulce garantizada con palabras engañosas. Quiere Obama confundir al pueblo cubano con su demagoga expresión de querer para Cuba la paz y ayudar a los cubanos a construir el futuro de la nación. Quimérica apetencia la de Obama, quien ha puesto sobre la mesa un juego indigno, como el que siempre han jugado los círculos de poder norteamericanos, máxime en relación a Cuba; y ha planteado un plan para destruir la Revolución y provocar un cambio de régimen en Cuba. Se presenta Estados Unidos, en la persona de su presidente, como el hacedor del cambio, el juzgador de cuanto se ha hecho o no en nuestro país, de cuanto podemos seguir haciendo o como el guía de lo que, según sus pretensiones, debe ser Cuba.
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Es preciso, como en su día escribiera José Martí, se conozca la verdad sobre los Estados Unidos, cuáles han sido históricamente las pretensiones con Cuba, qué representan para la comunidad internacional y qué podemos esperar de ellos. El discurso de Obama el pasado 22 de marzo dirigido al pueblo cubano fue un derroche de atrevidos pronunciamientos sobre el sistema político cubano, el ejercicio y garantías de los derechos humanos en Cuba; un discurso que indigna el corazón de la nación y lo levanta como se levantó Antonio Maceo en Baraguá o Fidel ante el crimen abominable que significó la explosión del avión de Barbados.
No nos dejemos engañar, Obama no es amigo de Cuba, quiere que olvidemos la historia para, una vez que dejemos abierta la puerta, tomar en sus manos (las del imperialismo norteamericano) la fruta que siempre ha representado para ellos nuestra patria. Un pueblo que olvida su historia está condenado a morir como pueblo, a perder su identidad, a sucumbir ante el veneno inoculado con inyecciones provistas de valores que tienen en la anexión y la política hegemónica del capitalismo avasallador, un resguardo seguro. Por eso no admitimos ese malsano consejo de olvidar el pasado, dejarlo atrás, mirar hacia el futuro, desprovistos de raíz. Eso es lo que pretende el gobierno del Norte revuelto y brutal.
¿Cómo vamos a olvidar las tristes páginas en las que hemos sido víctimas de la política genocida de Estados Unidos?; de los miles de muertos que por ataques terroristas tenemos, de las innumerables pérdidas económicas sufridas, de la política injerencista norteamericana. No podemos caer en tentaciones, en sonrisas embaucadoras o gestos de aparente amistad. Somos desconfiados porque tenemos historia, porque sabemos lo que ha significado para nuestro pueblo la resistencia heroica en todos estos años de Revolución, porque nos ha costado mucha sangre garantizar la salvaguarda de la independencia y la soberanía de la nación.
La Revolución Cubana no ha sido un invento sino creación heroica; si hemos tenido que inventar ha sido gracias a la guerra criminal económica de la que somos víctimas. Es inaceptable la política genocida del bloqueo, la ley de Ajuste Cubano que tanto daño provoca, la guerra cultural que se nos hace, cada vez con más intensidad, las campañas de subversión ideológica que emprenden todos los años y a las que destinan millones de dólares. ¿Por qué no se dice la verdad?, porque a flor de piel se muestra que el deseo de Obama no es otro que confundir a los cubanos, ganarse su confianza y oponer el pueblo al gobierno.
Magistral ejercicio dramático el del presidente de los Estados Unidos desde el escalón más alto del cinismo político al atreverse, en Cuba, a hablar de democracia y derechos humanos; por demás criticando el modelo cubano y poniendo el suyo como referente. La edulcoración de sus palabras deja un amargo sabor, en sí mismas ofenden y manipulan. El país donde más se violan los derechos humanos y donde es una mentira la democracia, se eleva como paladín del respeto a los seres humanos. La mejor de las escenas: su frase encantadora, al estilo “América para los americanos”. Su “todos somos americanos” retrata su verdadera intención, dominar nuestros pueblos. ¿Cómo se explica la Orden Ejecutiva contra Venezuela, declarándola un peligro o la visita a Argentina a 40 años de la sangrienta dictadura y el golpe fascista? ¿A quién quiere engañar el señor Obama?
Quien vive bajo un modelo injusto, que garantiza fortuna para unos pocos y sólo en palabras de Obama se ocupa el gobierno del individuo y de sus derechos humanos; quien vive en una sociedad, que según Obama tiene una democracia pluripartidista cuando en realidad el show por acceder al poder se centra en dos partidos tan parecidos que parecen uno mismo con dos nombres; quien vive en un país donde mueren niños en las escuelas porque es permisible el empleo de armas, donde se discrimina flagrantemente y asesinan afro descendientes e inmigrantes, y se cultivan los vicios más reprochables; no tiene moral para cuestionar la realidad cubana, nuestro sistema político, donde el poder popular es la principal fortaleza, con una democracia que, aunque perfectible, se conquistó con la Revolución, con amplia participación del pueblo, decisor del Socialismo en Cuba.
Gran contradicción tiene Obama, un sistema socialista como el nuestro mira al pueblo y el centro de su política está en él, en el ser humano, porque la nación cubana se fundamenta sobre bases humanistas, éticas y de justicia social; porque desde el triunfo de la Revolución el pueblo cubano ha sido respetado, se ha cultivado su dignidad plena y sus derechos se han garantizado. Gran confusión tiene Obama al pensar que en Cuba necesitamos partidos electorales, bañados de mezquindad y egoísmos, como aquellos que teníamos cuando padecíamos del capitalismo. Nuestro partido, único de la nación cubana, es heredero como fuerza política dirigente, guía de la nación y garante del socialismo, de las más genuinas tradiciones de lucha del pueblo, del Partido Revolucionario Cubano fundado por Martí, de las ideas defendidas con tanta pasión por generaciones de cubanos antimperialistas y defensores de la paz, la justicia y la dignidad humana.
No nos dejemos engañar, el plan enemigo contra la Revolución se actualiza todos los días, son éstos, métodos blandos y falaces, pero que en las circunstancias actuales resultan efectivos. Tenemos que desmontar este tipo de discursos engañosos con la inteligencia que nos caracteriza y el patriotismo que desborda nuestras pieles y sí, ante la indignación, hace levantar los corazones con el puro sentimiento de amor a la patria. No nos dejemos engañar que, como dijera el Guerrillero Heroico: al imperialismo, ni tantito así.
Tomado de postcuba.wordpress.com
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