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Madrid, 31 mar (EFE).- Con la obra "Neurótica anónima", la actriz cubana Mirtha Ibarra vuelve al teatro. La pieza, escrita y codirigida por Ibarra, ha supuesto en sus palabras, “un enorme desafío” al tener que cantar y bailar.
"Neurótica anónima", que combina teatro y proyecciones de cine, se estrena el viernes en la Casa de América dentro de La Noche de los Teatros de Madrid, narra la vida de Dulce Rodríguez, una acomodadora del Cine Maravilla de La Habana, exprofesora de literatura y actriz frustrada, que el día previo a la demolición del cine donde trabaja convoca a las estrellas que siempre ha admirado.
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Bette Davis, Joan Crawford, Vivien Leigh, Audrey Hepburn y las cubanas Daisy Granados, Eslinda Núñez y Beatriz Valdés ayudan a la protagonista a realizar por un día su sueño como artista.
"Sus frustraciones no tienen nada que ver con las mías, me siento muy realizada como actriz", asegura Ibarra, "pero aprovecho al personaje para dar un enfoque político y hablar de cosas que me preocupan a nivel universal", añade, sin querer desvelar nada más.
Ibarra debutó en la escritura teatral hace más de una década con "Obsesión habanera", un montaje sobre una mujer que desnudaba su alma frente a un psicoanalista, al tiempo que reflexionaba sobre la situación de Cuba, y que recorrió buena parte de la geografía española.
Pero llevaba años apartada del teatro y más volcada en el cine. "El cine me apasiona, pero el teatro es mi escuela y siempre es un reto y un poco estresante también", ha confesado la actriz, de 69 años, graduada de la Escuela Nacional de Arte de Cuba y licenciada en Literatura Latinoamericana en la Universidad de La Habana.
Su andadura en el cine arrancó en 1976 de la mano de Tomás Gutiérrez Alea, desde ese momento inseparable en su vida profesional y personal, con quien rodó "Cartas del parque", "Guantanamera" o la célebre "Fresa y chocolate".
Su último trabajo para la gran pantalla ha sido "Bailando con Margot", una rara incursión del cine cubano en el "thriller", que ha tenido muy buena acogida en Cuba y que, para la actriz, augura tiempos de cambio en la cinematografía de su país.
"Hay muchos jóvenes haciendo largos independientes. Aunque aún no se ha logrado la ley de cine por la que están luchando los creadores, es interesante que haya una diversidad creciente: cada uno plantea lo que le interesa", advierte.
Ibarra recuerda que no siempre fue fácil en Cuba hacer cine que no fuera comprometido con la realidad política de la isla.
"Mi esposo trató de hacer una película de amor, 'Cartas del parque', y en la conferencia de prensa, los jóvenes lo criticaron porque decían que abandonaba su compromiso social. Él decía: sólo quiero rodar una simple historia de amor, tengo derecho".
Aunque habitualmente reside en Cuba, Ibarra lamenta haberse "perdido" los últimos "acontecimientos" de la isla, la visita de Barack Obama y el concierto de los Rolling Stones.
"Me gustaría haberlo presenciado. La visita tiene mucha importancia, aunque está aún por ver si el bloqueo se elimina, si logra el apoyo del Congreso (estadounidense)", señala.
"Las otras medidas que se han tomado poco a poco son muy beneficiosas para el cubano y las relaciones con sus familiares. Ahora, en cuanto inversiones, puede mejorar la situación, pero, igual que con las españolas o las francesas, lo importante es que repercuta en el bienestar del pueblo cubano".
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