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Médico cubano se cuelga mochila al hombro: Ecuador, ¡estoy listo!

Médico matancero se cuelga mochila al hombro y le dice al Ministerio de Salud Ecuatoriano: ESTOY LISTO

Rodolfo Navarro © Médico cubano se cuelga mochila al hombro: Ecuador, ¡estoy listo!
Rodolfo Navarro Foto © Médico cubano se cuelga mochila al hombro: Ecuador, ¡estoy listo!

Este artículo es de hace 7 años

Rodolfo Navarro, médico matancero, no lo dudó dos veces. Se vistió de “guerrilla”, jeans y pullover, se colgó su mochila al hombro y habló con la claridad que suelen hablar los médicos cubanos cuando hay un desastre.

“Listo con mi mochila a disposición del ministerio de salud para dar mi aporte en este dificil momento, Ecuador los médicos cubanos estamos contigo.”

Yo no soy de los que saltan de sitio en sitio, virtual o no, para desbarrar miserias contra los médicos cubanos. No creo que sean los mejores ni los peores del mundo. En conocimientos los hay buenos y los hay malos. Los hay quienes buscan la misión porque necesitan una casa, o porque quieren un mejor televisor. Pero también los hay como Rodolfo, médicos de esos que, donde hay un terremoto, una inundación, una pandemia, a la hora que sea, y sin que nadie le diga nada, se cuelga al hombro su mochila y le pone su mejor rostro a lo fatídico. De esos, yo conozco unos cuantos. Lamento decirlo: son la mayoría.

Lo lamento por los que buscan las manchas en el Sol, y me enorgullezco por ellos y hasta por mi mismo. Me enorgullezco por todos los que reconocen que, cuando las castañas van al fuego y hay que meter la mano, ahí están los cubanos. Por el motivo que sea. Conozco muchos hijitos de papá que nunca fueron ni irían a dónde pica un mosquito. Conozco muchos padres que han movido cielo mar y tierra para que a sus hijos no los pique un mosquito, o no les silbe una bala en la oreja.

Su post, en Facebook, ha comenzado a ser viral. Frases de aliento de amigos, conocidos, conocidos de sus conocidos, y gente que lo conoce apenas, pero reconocen al ser humano que detrás del golpe se levanta, y que no piensa en sí mismo, sino en los suyos, en cualquier otro, que aunque no sea nada de él, merece su mano solidaria.

Rodolfo, sin pretenderlo quizás, nos da una de esas lecciones para toda la vida. Como dijo Fito: “¿Quién dijo que todo está perdido?”

¡¡GRACIAS RODOLFO!!

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