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Emily Duffy vivió una experiencia terrible con apenas 15 años de edad: durmió a la intemperie en Dublin, Irlanda. Nunca había vivido una experiencia similar, y decidió sacar provecho de ello.
Pensó en todas las personas que viven día a día en las mismas condiciones en que vivió ella por apenas unas horas y lo que “descubrió” le valió mucho más que un premio en un Foro Científico y de Tecnología Joven.
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Bien, ello ocurrió hace dos años. ¿Por qué se conoce ahora?
Una empresa en Irlanda ha decidido producir en serie el invento de Emily. Un saco de dormir ligero adecuado para las personas sin hogar que reúne en sí tres características que ningún saco tradicional tiene: Uno, mantiene el calor como ninguno. Dos, es resistente al agua. Tres, es resistente al fuego. Además de que es fácil entrar y salir de él.
Emily usó impermeable plástico metálico ligero para sustituir el paño exterior, compuesto de burbujas de aire atrapadas en el doble forro. Además añadió un recubrimiento resistente al fuego sobre la envoltura y decidió utilizar una cinta metálica resistente al agua para sellar las costuras. También añadió bandas reflectantes para mejorar la visibilidad durante la noche y una bolsa que se puede utilizar para mantener la ropa o el calzado seco y que a su vez, se puede doblar y usarse como una almohada a la hora de dormir.
Una vez que terminó el diseño, Emily decidió hacer las necesarias pruebas de seguridad, y que en verdad la bolsa pudiera ser resistente al agua y que proporcionara calor suficiente.
La empresa irlandesa que ha llevado a la realidad “el saco de Duffy” ha ido incluso más lejos en su misión de ayudar a los “sin techo”. Ellos mismos son quienes se fabrican la bolsa, y perciben un salario de 20 euros por sesión.
Actualmente los sacos de dormir están siendo distribuidos en el comedor para las personas sin hogar Merchants Quay, en la capital irlandesa, y varios fueron enviados a los refugiados de Calais, en el norte de Francia.
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