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"Hecho en Cuba" es el título de la muestra de posters cubanos de cine en una expo que recorre dicha modalidad gráfica desde 1959 hasta la actualidad. Y no solo se muestran las obras terminadas para imprenta, sino también bocetos que forman parte de la colección personal de Luigi Bardellotto, inspirador y curador de esta exposición con más de 200 piezas desplegadas en el Museo y que permanecerá abierta al público hasta el 29 de agosto de 2016.
Bardellotto visita la mayor de las Antillas desde 1998 y acentuó que "más que un coleccionista me considero un enamorado de Cuba". Detrás de cada uno de los afiches hay anécdotas y búsquedas incluso de años, añadió. Este coleccionista aspira presentar su muestra en otros países, según una nota divulgada por la Embajada de Cuba en Italia.
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Según Luciano Castillo, director de la Cinemateca de Cuba, al intervenir en la inauguración de la muestra, “la exposición recuerda un momento excepcional de nuestro cine. Los afiches eran hechos todos a mano con la técnica de la serigrafía, con tiradas de 100 a 400 piezas. Además, estos afiches cubanos a veces superaban en calidad no solo los carteles originales de las películas, sino hasta los propios filmes que anunciaban.
Luciano Castillo inauguró la muestra junto al director del Museo del Cine, Alberto Barbera, el coleccionista Luigi Bardellotto y la Embajadora cubana en Italia Alba Beatriz Soto Pimentel, quien aseguró que “la muestra atestigua la evolución del cine cubano en el curso de 50 años, pero refleja también los cambios de nuestra sociedad”.
Los célebres carteles que integran esta muestra hacen parte de todo un movimiento artístico generado desde el ICAIC, sobre todo en sus tres primeras décadas. El Departamento de Publicidad del Instituto, dirigido por Saúl Yelín, promovió un movimiento gráfico y agrupó a diseñadores con experiencia en el campo de la publicidad y a jóvenes con cierta formación en el diseño. De esta manera se vincularon a la cartelística cubana pintores como Raúl Martínez, Umberto Peña, René Portocarrero y Servando Cabrera Moreno.
Según cuenta la especialista en cine cubano de la Cinemateca de Cuba, Sara Vega, en 1967 se montó un taller de serigrafía para tiradas masivas y así los carteles dejaron de imprimirse en talleres privados. En muy corto tiempo crecieron las tiradas y se publicitaron no solo los estrenos sino los ciclos de la Cinemateca, semanas de cine cubano en el extranjero, y muestras foráneas exhibidas en Cuba.
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