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Los avatares de los exámenes de ingreso a la Educación Superior en Cuba no cesan, aunque es justo señalar que este año, al menos, no se dio un escándalo como el año pasado, cuando en el examen de Matemáticas los estudiantes tuvieron que enfrentarse a una pregunta que exigía una solución y simplemente no la tenía. O sí, pero como la pregunta fue mal formulada, todo el país - estudiantes de duodécimo grado - sufrieron las consecuencias.
Este año, al parecer decidieron aflojar la mano pero ni así.
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Al menos en Santi Spiritus, y según revela el periodista Enrique Ojito, uno de cada de tres estudiantes que se presentó a la prueba de Matemáticas la ponchó.
Dice la nota del diario Escambray - entre otras cosas -, que "si en alguna asignatura el algoritmo no da es en Matemática (...) ¿Por qué tantos no pudieron alcanzar la cota de los 60 puntos, si son los mismos alumnos y alumnas que dominaron los objetivos de la asignatura en los tres cursos del preuniversitario, o son otros, importados desde provincias cercanas, con menores coeficientes de rendimiento? ¿No resulta contradictorio que el 94.37 por ciento de esos educandos venciera el examen ministerial de la disciplina en la convocatoria ordinaria, realizado escasas semanas atrás?"
Este hecho al parecer tiene una explicación "sencilla", pero salomónica: los exámenes normales, están concebidos para estudiantes promedio; mientras que las pruebas de ingreso tienen un mayor rigor.
" (...) los exámenes de ingreso a la Educación Superior suelen destapar la caja de Pandora al develar no pocas deficiencias del sistema educacional"
Una explicación que no desmiente, por ejemplo, que ni en el año 1987 - año en que se instauraron las pruebas de ingreso - ni en muchos años posteriores se diera un fenómeno similar: que uno de cada tres estudiantes ponchara un exámen de ingreso de la asignatura de Matemáticas.
En otra muestra errónea de como hay que enfrentarse al asunto, el autor del artículo asegura que "embriagados por el paternalismo, padres encuestados exoneran de responsabilidades a sus respetivos hijos ante el revés."
La parte más terrible, se intuye de la nota, es cuando se habla de que "estudiantes que asistieron a clases con regularidad, y que ostentaban promedios dignos en Matemática" ni siquiera pudieron alcanzar los 60 puntos en el examen de ingreso.
Ante un examen real, y no traído desde la estratósfera, a duras penas si rasparon el 60 o el 70, lo cual al decir del autor del artículo, "hizo la diferencia y desnudó el fraude."
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