Jake Agna, un hombre que ha dedicado 43 años a la enseñanza del tenis, se encuentra en Cuba, para ayudar a la reconstrucción del Centro Nacional de Tenis de La Habana.
Y lo ha hecho obteniendo la primera "licencia de construcción" que otorga el Departamento de Comercio de los Estados Unidos desde la época de la administración Eisenhower.
Y no quiere ser el único. De hecho está reuniendo a muchos de sus conocidos en la titánica labor.
Agna comenzó a dar clases de tenis a los 19 años, estudió psicología en Eckerd college en Florida, y se trasladó a Vermont en 1983 para convertirse jugador de tenis profesional.
La idea de venir a Cuba, le surgió un domingo por la mañana viendo televisión, al disfrutar una presentación de Wynton Marsalis en La Habana. Entonces se preguntó: ¿Por qué no echar un vistazo en Cuba y ver como iban las cosas con el tenis allí?
Se puso en contacto con una Sociedad Americana de Amistad con Cuba y llegó, un día, al Centro Nacional de Tenis de ese país.
"Fue el lugar más destartalado que había visto nunca; pelotas medias rotas, redes amarradas a extremos de sillas,.... era un desastre; pero sin embargo, el juego fue tremendo. Nunca había visto algo así."
Empezó a jugar con los niños, y comenzó a sudar enormemente. A pesar de eso, jugaba y mantenía una sonrisa de oreja a oreja. "¡Todos estaban tan entusiasmados!"
Desde esa primera vez, y de su encuentro con Alberto Juantorena, nació una idea más profunda. Esa primera vez viajó solo, pero desde entonces lo ha hecho con cerca de 80 habitantes más del pueblo de Vermont, amigos y conocidos; todos para ayudar a la reconstrucción del Centro. Su desinteresada labor, su carisma y actitud, le ha permitido obtener fondos por valor de 700.000 mil dólares que le ayudarán a rehacer completamente los terrenos de tenis en el Centro Nacional.
Bienvenido pues, otra vez, Jake Agna a Cuba.
con información de Agencias.
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