Regresaron a Cuba después de 56 años y viajaron en auto que era del abuelo ¡sin saberlo!

"Cuba está, como detenida en un túnel del tiempo", dijo Miriam Basch, autora de este precioso artículo.

Regresaron a Cuba después de 56 años Miriam Basch © Regresaron a Cuba después de 56 años y viajaron en auto que era del abuelo ¡sin saberlo!
Regresaron a Cuba después de 56 años Miriam Basch Foto © Regresaron a Cuba después de 56 años y viajaron en auto que era del abuelo ¡sin saberlo!

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Este artículo es de hace 8 años

Miriam Basch Scott, y su hermana, Clara Basch Stone, estuvieron durante muchos años pensando ¿cómo regresar a Cuba?

Habían salido de la isla en 1960, con sus padres, dos personas que ya conocían el dolor de lo que es la emigración.


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En sentida carta envíada al diario Daily Herald, Miriam cuenta que su padre, Gerardo, “llegó a Cuba procedente de Alemania a finales de 1930” escapando de la persecución nazi, "y nuestra madre, Emma, de Lituania en la década de 1920.

Allí, en Cuba fue dónde se conocieron y se casaron.

Se fueron todos en el 1960, y se asentaron en la ciudad de Chicago, luego que su padre, quien primero expresara simpatías por el gobierno de los rebeldes, “descubrió un día”, en enero de 1960, que “el gobierno de Castro era comunista y que no podía criar a su familia bajo el comunismo.

Murió antes de cumplir 62 años. “Nunca se recuperó del rechazo y heridas emocionales” Era un hombre que dominaba el inglés, el alemán y el español, y nunca pudo encontrar un trabajo acorde a lo que deseaba. Ser emigrante le cerró muchas puertas. A pesar de todo, jamás manifestó deseo de regresar a Cuba.

“No era una opción regresar (…) ya todos nos habíamos vuelto muy americanos y teníamos nuestras propias vidas.”

Pero lo más excitante de esta historia aún estaba por ocurrir.

Una semana antes de que ellas decidieran viajar a Cuba, después de 56 años de ausencia, descubrieron que todavía tenían familia en La Habana.

“Ramón Vega Osin y su hermana, Hilda, cuya madre era primo de nuestra madre, y la joven hija adulta de Ramón, Anay Vega.”

Organizaron el viaje, para visitar “los lugares en el centro de la ciudad que había sido vital en nuestra infancia, (…) para encontrar nuestra escuela española-americana, la Escuela Metodista Central, cerca de nuestro antiguo hogar.”

Descubrieron con asombro que el viejo edificio, había resistido los embates del tiempo.

Visitaron junto a su prima Anay, la iglesia a la cual asistían cuando niñas; conocieron más primos, revisaron fotos en álbumes viejos, y encontraron algunas que jamás habían visto. Encontraron también “el apartamento en la Habana Vieja, donde nuestra madre creció y donde su madre y su tío Abraham vivió hasta su muerte.”

Los actuales propietarios de la vivienda, incluso les dejaron entrar al inmueble.

“También encontramos los dos edificios de apartamentos en el centro de La Habana donde vivimos. (…) todo parecía mucho más pequeño y más sucio de lo que recordaba. El mal estado del interior de la vivienda y de los muebles reflejan la pobreza y la escasez relativa con que vive a diario la población. (…) Algunos grandes edificios han sido restaurados y pintados en tonos pastel vibrantes y colores brillantes, pero todo es muy aburrido y parece querer desmoronarse.”

Miriam, revela al final de su hermosa carta que “Cuba se ve atrapado en un túnel del tiempo.

Ni siquiera sabían que el gobierno cubano, apenas ellos salieron de la isla, le había prohibido a los ciudadanos cubanos vender la propiedad personal, y que solo podía traspasarse a través de los miembros de la familia, y que el taxi que noche a noche las esperaba fuera de la casa donde se encontraban, un restaurado Chevrolet del año 1951, era el mismo carro que había pertenecido al abuelo de ellas, y quien lo conducía era el nieto, del primer chofer que había tenido la familia.

Con información del Daily Herald. foto propiedad de Miriam Basch

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