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El ciclo de documentales elegidos para esta muestra reconoce una obra visual dedicada a los grandes momentos de la Revolución cubana se expone en Madrid como acompañamiento a la retrospectiva que dedica el museo a Wifredo Lam.
El ciclo está basado en un periodo de la historia cubana poco tratado, y llega con formatos originales procedentes del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), a partir de 12 sesiones a proyectarse entre el 16 de junio y el 9 de julio.
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Por otro lado, como contraste en esta exposición, el programa incluye también filmes de artistas extranjeros (Joris Ivens, Chris Marker y Agnès Varda) realizados en Cuba durante este periodo de los años sesenta. El ciclo intenta “presentar un movimiento ignorado en las historias de la vanguardia, pero clave en la transformación crítica del documental”.
Unido al impulso de mostrar una realidad nueva y repensar la función pública de la imagen, el documental en Cuba fusiona el registro fáctico con la estética de choque y la agitación del montaje, y así generó un manifiesto visual irrepetible.
El nuevo documental que surge en Cuba en los años sesenta implica una paradoja: es el momento de la aparición de las nuevas cámaras de 16mm sincronizadas, que favorecen la estética revolucionaria del cine directo y del cinéma vérité en los países metropolitanos, pero no en Cuba, donde el nuevo instituto de cine, el ICAIC está atascado en los 35mm. No obstante, los cineastas aprenden pronto a superar y trabajar con esas limitaciones, motivados por el contexto convulso y cambiante que les rodea. La Revolución desata un frenesí de proyectos, con nuevos creadores que salen a las calles entusiasmados por narrar la actualidad, creando un terreno fértil para un género en convulsión.
En el núcleo de este ciclo encontramos a Santiago Álvarez, conocido como el Dziga Vertov cubano, quien transforma rápidamente el Noticiero ICAIC Latinoamericano, y en lugar de mostrar una secuencia arbitraria de elementos inconexos, los une en un discurso político, o los convierte en documentales monográficos, que luego continúa en filmes más extensos.
Con todo ello, se busca presentar un movimiento ignorado en las historias de la vanguardia, pero fundacional en la transformación crítica del documental en un medio que negocia con un momento histórico clave y examina sus propios límites y posibilidades.
En el ciclo aparecen auténticas joyas de las documentalística cubana, usualmente subestimada, como Tercer Mundo, Tercera Guerra Mundial (1972) de Julio García Espinosa, y Por primera vez (1967) de Octavio Cortázar, que aparece en la foto.
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