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La yumurina Sala de Conciertos José White está recuperando paulatinamente su posición cardinal en la cultura provincial, y nacional, a través de conciertos como el ofrecido hace unos días por la Compañía de Teatro Lírico de Cámara A Tempo Classico y la Orquesta Sinfónica de Matanzas.
Entusiasmados y emergentes intérpretes acometieron un repertorio delicado y complejo, con piezas de Mozart, Bizet, Puccini, Verdi y Donizetti, entre otros autores importantes de la llamada música culta o de concierto.
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La conjunción de los siete jóvenes solistas dirigidos por el tenor Oscar Magdiel Trujillo Montané, con la orquesta bajo la batuta de Ariadna Benítez Talavera, tuvo momentos de relieves con las sopranos Lissette Núñez Ojeda y Yaimelyn Puentes Serrano.
También fueron reconocidas, con largos aplausos, las presentaciones de Ana Ginet Valdés Hernández, Idalmis Hernández Pompa (sopranos), Maikel Hernández Olivera y Antonio Rodríguez Rodríguez (tenores). Estos últimos interpretaron la espectacular La donna e mobile, de la ópera Rigoletto (Giusseppe Verdi), una de las arias más cantadas de la lírica universal, y compuesta por su autor con el propósito de garantizar el lucimiento de los tenores.
A nombre de la Compañía lírica, Magdiel Trujillo Montané agradeció el acompañamiento de la Sinfónica y la cálid acogida del público matancero, escenario que es todo un reto para “quien cante en esta ciudad de tanta trayectoria, historia y maestros en esta manifestación” (en franca referencia al laureado barítono Gustavo Álvarez, y al gusto de los matanceros por la música culta).
A Tempo Classico tiene como objetivo el rescate de este arte, por lo que cuenta con un proyecto de formación artística para captar jóvenes con aptitudes en la Universidad de Matanzas y otros centros.
La Orquesta Sinfónica de Matanzas volvió a su sede de ensayos y presentaciones en la Sala de Conciertos José White de esa ciudad, tras 16 años de que la institución dejara de prestar servicios, y finalizara el tortuoso calendario de restauración. El renovado inmueble, que acogiera al histórico Liceo Artístico y Literario matancero, incorporó un estudio de grabación, nuevos camerinos y un renovado mobiliario. La sala principal acoge 198 personas, y es idónea para la presentación de agrupaciones corales y orquestas de hasta cien músicos.
El prolongado proceso de reconstrucción logró mantener el estilo neoclásico sin renunciar a los elementos de modernidad del edificio, conservando los amplios espejos, el cuadro de José White, las cuatro lámparas originales del salón principal y una mampara, que consiguieron preservarse.
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