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El ex entrenador de basket y el arquitecto de la época de mayor esplendor del deporte cubano nos dejó ayer para siempre aunque su recuerdo quedará presente para las futuras generaciones de deportistas nacionales.
A la hora de definir a Juan Carmelo Ortega Miranda hay que referirse a él como posiblemente el mejor estratega que ha tenido el deporte de la canasta cubano. Con su talante formador y apegado a la ética y profesionalidad llevó a la selección masculina de basket a una etapa dorada.
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La medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Múnich 1972, el cuarto puesto en el Mundial de San Juan en 1974 o el bronce en el Campeonato Panamericano de Cali en 1971 son algunos de sus hitos más destacados.
Pero además de sus éxitos Ortega, nacido el 16 de julio de 1983 en Bejucal (Mayabeque), se convirtió en toda una fuente de conocimientos que inspiró a generaciones posteriores de entrenadores.
Su distinción como Maestro de Generaciones acredita la importancia de cómo la forma y el fondo hacen trascender en el deporte.
La incineración en la localidad de Arroyo Naranjo dejará reposar y perdurar para siempre a uno de los precursores del cambio en el deporte cubano.
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