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En el nuevo contexto de reestablecimiento de relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos y de la política del gobierno cubano de mayor apertura hacia las inversiones extranjeras, el sector turístico parece ser el que más interés está despertando entre las empresas foráneas.
La empresa canadiense 360 VOX espera su turno desde hace 20 años para construir un campo de golf, con 27 hoyos; cuatro hoteles de lujo, y 2.700 departamentos suntuosos para extranjeros en una inversión que alcanzará los 1.400 millones de dólares.
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La entidad, dirigida por Guy Chartier, dispone de 2,5 millas de exuberantes playas cristalinas a sólo 65 kilómetros de La Habana para llevar a cabo un proyecto, que año tras año se ha frenado, pero que ahora tiene como fecha de comienzo de los trabajos el segundo semestre del 2017.
Según afirmó Guy Chartier a Associated Press, "algunos querrán ir a Eagle's Peak a ver el amanecer, ir a una clase de yoga en un sitio donde pueden saludar al sol y otros jugar en una ronda de golf”.
Respecto a la lentitud del proceso, Chartier lo deja claro: "Si hay algo que se necesita aquí es paciencia, las empresas no deben venir a Cuba si no tienen planes a largo plazo”.
La causa es una burocracia que necesita de meses para procesar un documento, por lo que no es raro que pasen años o décadas sin avances en este tipo de proyectos.
El capital asiático y británico posan sus ojos sobre Cuba
Una firma china quiere seguir los pasos de 360 VOX y Banyan Tree y se está preparando para poner en marcha otro hotel con campo de golf en un sector alguna vez deseado por intereses británicos. Pero la historia no tuvo un final feliz porque tuvieron que abandonar la Isla en 2011 ante las acusaciones de corrupción.
Más cerca de la playa de Varadero, otra empresa británica ya planea empezar a trabajar hacia fin de año en un complejo con un campo de golf de 18 hoyos y playa con 1.000 departamentos y casas.
Todos estos proyectos llegan después de los acuerdos del Ejecutivo cubano con el Gobierno de Obama, a pesar de que el embargo comercial persiste e impide gran parte de las inversiones norteamericanas en Cuba.
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