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Un limbo judicial y humano es lo que rodea el caso de los llamados "Balseros del Faro".
Un mes, llevan a bordo de un barco de la Guardia Costera los jóvenes, y aún se encuentran a la espera de que el juez Darrin Gayles decida si, la estructura de metal anclada al mar, ex vivienda de fareros, y con muelle para embarcaciones, conocida como el American Shoal Lighthouse es o no es, un pedado - aunque sea mínimo - de territorio cubano americano.
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El caso presenta una complejidad que supera cualquier sospecha.
Si el juez Gayles considera el faro como tierra americana, no solo los "balseros del faro" pudieran aplicar para permanecer en los Estados Unidos, si no que de ahora en adelante, los futuros balseros, no tendrían que morir intentando alcanzar un trozo de tierra, cayo o islote. Les bastaría algo como un faro viejo, anclado al mar, y decir "esto es tierra seca, y ya tengo mis pies secos". Eso, el precedente, es lo que estaría evitando la fiscalía de los Estados Unidos, en su demanda a través del servicio de guardacostas.
El caso, quizás hubiera sido uno más de los tantos, si no llega a ser porque el grupo de activismo Movimiento Democracia, una agencia sin fines de lucro presentó un interdicto contra el Departamento de Seguridad Nacional, que detuvo temporalmente la repatriación de los inmigrantes a Cuba.
Basando su defensa en un precedente similar - no igual - ocurrido hace ya unos años, y que fue conocido como el Caso del Puente de las Siete Millas, Movimiento Democracia, ha logrado intentar encontrar un paralelo jurídico que les permita a esta veintena de jóvenes quedarse en territorio norteamericano, pero no basta con la buena voluntad del Movimiento.
Enfrente tienen un juez, y una decisión que parece no llegar nunca.
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