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Roger Jiménez, el pastor venezolano residente en Sacramento, y que tristemente se hiciera célebre al pronunciar un controversial "sermón" ofreciendo puntos de vistas favorables a la masacre ocurrida en Orlando, ha tenido que - literalmente - irse con su iglesia para otra parte, ya que los dueños del local donde oficiaba el controversial "hombre de Dios" decidieron no seguirle alquilando el local.
“No vamos a tolerar inquilinos que promueven el odio y la muertes de inocentes”, dijo la contratista del inmueble.
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El pastor, había no solo justificado la matanza de 49 personas en un club gay en Orlando, el día que pronunció sus palabras delante de la congregación, sino que al otro día, y luego de que sus palabras se consideraran un insulto e incendiaran los ánimos, en vez de darle atrás a sus argumentos, o al menos "disfrazarlos" se mantuvo en sus trece, algo similar a lo que hizo el dueño del local donde oficiaba el pastor:
"Aquí no lo queremos"
Sus frases de “Se lo merecen”, dicha con total frialdad, su “a todos los gays debían volarle los sesos”, o esta otra de “yo estaría bien con que los mataron a todos”, deberían incluso servir para procesarlo judicialmente; un hecho que no ha ocurrido aún pero quien sabe si en un futuro proceda una demanda de este tipo.
Por lo pronto, el dueño del edificio actuó según su conciencia y según lo impulsaran las circunstancias; y es que el pasado domingo la paz en su "condominio" se vio alterada cuando cientos de personas se reunieron frente al recinto para protestar en contra de los comentarios del pastor, al cual calificaron de homofóbico e irresponsable.
Bye-bye, le dijeron, entonces.
Así de sencillo.
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