Lo sensual sirve de gancho en su figura. Atrapa con una forma de decir única, no importan los años. Su oficio “no es cazar las mariposas sino rendir de amor alguna fiera”.
Además de ejercer su profesión como abogada en la Atenas de Cuba, durante un largo tiempo esta mujer trabajó dictando cursos de dibujo, pintura y escultura.
Alrededor de 1943 sale a la luz su primer libro: Preludio lírico. Una edición, asegura la escritora, sufragada por sus padres.
“Entonces era yo una principiante y no tenía ningún crédito. Ahí aparecen poemas desde 1939 hasta 1943. En ese momento no sabía nada poesía y ahora también sé muy poco, porque la poesía es inexpresable, es indescriptible y puede manifestarse lo mismo con pintura, música o palabras. No conocía nada de técnicas y tenía muy malas lecturas, pues no tuve ningún profesor. Leía cosas demasiado pobres. Luego en el Bachillerato como es natural, tuve algunas nociones”.
La poesía es inexpresable, es indescriptible y puede manifestarse lo mismo con pintura, música o palabras
¿Le incomoda que algunas personas evalúen toda su obra solamente como erótica?
Yo soy una poeta que a veces habla de amor, pero se han confundido mucho. La gente ve lo que quiere ver. Nunca se habla de mis poemas de contenido social o de aquellos escritos bajo el clandestinaje. He sido muy maltratada en ese sentido, inclusive por la crítica. Estoy tan segura de lo que realizo y lo hago con tanto amor y bondad, ¡hasta con inocencia! No puedo contestarle a los críticos, eso sería de muy mal gusto. Además, tampoco es positivo. Hay que dejar que el tiempo devele las cosas y que algún día se den cuenta que yo era una poetisa que lo mismo podía escribirle a la sociedad, al colectivo, a la humanidad y que soy simplemente humana.
La gente ve lo que quiere ver. Nunca se habla de mis poemas de contenido social o de aquellos escritos bajo el clandestinaje
¿Para usted qué es la irreverencia?
Puede ser muchas cosas, pero como la tilda el pueblo es que uno no se atiene a determinadas cosas, sentimientos o acciones que no son comunes y no están bendecidas por el convencionalismo. Son un poco ajenas a ese concepto oficial, a veces ancestral, muy remoto, antiguo, muy de ayer… De cuando empezó la especie y cuando existían tantos tabúes. O sea, casi no hemos adelantado nada, respecto algunas personas que tienen miedo a romper ya normas concretas.
Yo no tengo miedo alguno. Digo lo que se me parece, cuando creo que lo debo decir, lo siento y sobre todo, es mi pensamiento. Por ejemplo, cuando escribí Me desordeno, era una muchacha jovencísima que no sabía nada y me importaba poco decir la palabra “seno”, la cual se usó casi por primera vez en poesía femenina. Aquellas grandes poetisas de los años 40 casi llegando a los 50, eran audaces como Delmira Agustini, que es una encantadora maravillosa y una de las pocas irreverentes. Sin embargo, ella nunca usó esta palabra.
Yo no tengo miedo alguno. Digo lo que se me parece, cuando creo que lo debo decir, lo siento y sobre todo, es mi pensamiento
Publicar el poema provocó en Matanzas una gran revolución, hasta el punto que vino el Obispo de la ciudad a verme con el objetivo de que hiciera una declaración pública ya que mi familia era católica. Le dije: el seno es una parte del cuerpo y no debe ser tenida exactamente como una parte sexual. Del seno se alimenta el hijo, donde crece la vida y yo lo veo santificado. De esta manera rompí ciertos conceptos. No soy irreverente porque creo firmemente en la vida, en el amor y en el cuerpo humano.
¿Se atrevería a conceptualizar la poesía?
Nadie puede conceptualizar la poesía, porque la poesía escapa, anda a ras de tierra pero vuela y es imposible hablar de un pájaro. Es una tontería aparentemente, tal vez una metáfora. Por lo menos, la poesía debe tener dos valores: la idea y debe también conmover, emocionar, hacer justicia.
La poesía escapa, anda a ras de tierra pero vuela y es imposible hablar de un pájaro
La poesía tiene muchas alas y vertientes. Debe posarse en nuestro yo íntimo, en el yo colectivo y en el nosotros. Si no tiene el nosotros, no va a parte alguna. ¿Es usted vanidosa? Cuando era joven estaba vanidosa de unos ojos muy bellos, que llamaban mucho la atención pero nunca fui perfecta, al contrario. Hoy ya mis ojos no hacen brillar los ojos de ningún otro hombre, imagino. Aunque ellos siguen mintiendo.
¿Cómo se definiría?
No sé cómo calificarme. Quizás como una cubana que quiso siempre mucho la libertad, la justicia y el amor.
¿Usted cree que nadie puede saber cómo es?
Yo me confío a cualquier evaluación. Si es negativa, pues pido que me disculpen por no ser mejor
¿Es pernicioso decir que la muerte es un derecho natural del hombre?
Uno tiene derecho a la vida. La muerte es un deber, porque no nos queda más remedio. Pero yo seguiría viva toda la vida y toda la muerte.
Fotos Marisol Ruiz Soto, tomadas de Cubadebate
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