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Jordi Cabarrocas ha seguido muy atentamente todo el proceso de "neo maridaje" entre el gobierno cubano y el estadounidense.
Como buen empresario y hombre de negocios, ha intuído y no sin razones, que una vez que todo el maremoto haya pasado y los barcos de la diplomacia puedan navegar en aguas calmas, su empresa, fundada en Barcelona en el 2006, pueda ayudar a miles y miles de cubanos americanos a los cuales la Revolución cubana confiscó sus propiedades en los años posteriores al 1ro de enero de 1959.
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Se ha abierto una oficina en el mismo distrito financiero de Brickell (si se van a hacer las cosas hay que hacerlas bien ¿no?) y va a concentrarse en ayudar a todas aquellas personas que no pudieron plantear sus reclamaciones amparadas en el Derecho Internacional de los Estados Unidos porque, no eran ciudadanos americanos en el momento en que el gobierno de los barbudos les arrebató el patrimonio.
¿Cómo lo hará? Pues ofreciéndoles la posibilidad de hacerlo a través del Derecho Internacional español, siempre que puedan demostrar que sus antepasados eran españoles. Habría que definir entonces hasta dónde piensa estirar el árbol genealógico Jordi.
Esperemos también no aparezca un Jordi del Congo, o un Jordi de NIgeria; si no entonces, en Cuba, hasta el aire tendrá dueño expropiado.
¿Por qué Estados Unidos?
Según Jordi, existe más de un millar de potenciales clientes en territorio nortemericano; dado que, un gran por ciento de los primeros expropiados que se largaron de Cuba, lo hicieron hacia los Estados Unidos.
Otro grupo - menor - lo hizo hacia América del Sur; otro hacia Puerto Rico, y un cuarto lo hizo hacia España. Allí precisamente, en España, Jordi tiene firmado contrato con aproximadamente 250 clientes, y dice estar en negociación de representación a otras 500 familias. En Estados Unidos, aún la cifra es exigua; apenas han firmado contrato con unas 20 familias.
Volviendo a los números, un reciente informe del BNP Paribas asegura que el patrimonio que estas 270 familias reclaman (las 250 españolas que ya han firmado, y las 20 que ya firmaron en la oficina de Brickell) estaría rondando la cifra de los 2.000 millones de dólares.
Por el momento, no pagan por concepto de representación. Jordi se encarga de todo el papeleo, pero "if he win" como dirían los americanos, estas deberán pagar el 30% del valor de los bienes que él consiga que le devuelvan. ¡Y todavía hablan de los agentes deportivos en República Dominicana! ¡Treinta por ciento! En pago por unos servicios.
Claro, no podemos olvidar que estamos hablando de propiedades que se daban por perdidas. Que incluso, están perdidas. No podemos ser tan ingenuos de creer que el gobierno cubano devolverá todo lo que expropió así como así, ni vamos a ser tan ingenuos de creer que todos los patrimonios expropiados fueron conquistados a sangre, sudor y lágrimas.
Por Tampa están los familiares de Meyer Lansky, un capo mafioso de los más grandes que ha dado este planeta, reclamando unos casinos y un hotel en Cuba, que Cuba entera, y los Estados Unidos entero saben - porque está bien documentado - que fueron construidos con dinero obtenido de negocios ilegales. Desconocemos si los familiares de Lansky tienen ascendencia española, pero en caso de tenerla, y en caso de optar porque Jordi Cabarrocas los represente, mucho me temo que, como dijimos hace unas dos semanas, Cuba no les devolverá, ni un kilo prieto,
Partido por la mitad, o no.
foto: Jordi Cabarrocas, Periodico El Tiempo
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