Repudiada masivamente telenovela cubana “demasiado” realista

Denostada por la crítica, e incluso retirada del horario estelar en tanto centenares de espectadores la rechazaron, La sal del paraíso quizás está pagando el precio por la crudeza de su realismo

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Este artículo es de hace 8 años

Denostada mayormente por la crítica cubana (este cronista se aburrió en el tercer capítulo y decidió soberanamente ausentarse de este debate), y rechazada por gran parte del público, la telenovela La sal del paraíso borró el buen sabor de boca dejado por su predecesora Latidos compartidos, y ha provocado la ira de muchos, a punto tal que la Televisión Cubana ha decidido moverla de horario, y programarla más tarde. Su lugar en el horario preferencial lo ocupará la muy cuestionable Imperio, de Brasil.

Para comprender los argumentos del rechazo, basta consultar algunas de las principales publicaciones cubanas. Cubadebate y el sitio oficial Portal de la TV cubana reprodujeron un texto escrito por Antón Vélez Bichkov en el cual se asegura que “las novelas cubanas no logran equilibrio entre el ‘qué’ y el ‘cómo’. La que presenta buena cara en lo dramático, es un desastre en la realización y la que se realiza mejor, cojea en su contenido, tratamiento y otros aspectos”.


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Más adelante, el cronista saca el bate y apolisma sin piedad a la desafortunada telenovela: “La sal del paraíso tiene la peor escenografía posible y una línea temática poco definida, al punto que no queda claro adónde va la historia. Las guionistas Yaíma Sotolongo y Emilia Liñero presentaron una ensalada de problemas, no un relato y su secuela. La veta ‘periodística’ parecía erradicada del horario. Pero volvimos a ese estilo de telenovela demasiado preocupada por el cotidiano en detrimento de la diversión”.

En Granma, Pedro de la Hoz decidió a adelantar su comentario, pues por lo regular aguarda el final de las series para escribir una opinión: “De nuevo la telenovela cubana de turno genera un tsunami de descalificaciones por parte de un sector de la audiencia. Esta vez las reacciones negativas no apuntan a un argumento anodino, ni a la recurrencia a lugares comunes, ni a giros imprevistos de la trama, ni a inconsistencias en la realización, como ha sucedido con recientes y lamentables producciones. (…) La sal del paraíso es vista como un retroceso e incluso no faltan los que se preguntan hasta cuándo tendrán que soportarla”.

Más adelante, el respetado crítico apunta: “Estamos ante un caso que se aparta y en muchas ocasiones hiere la sensibilidad del televidente promedio. (…) Pero lo más problemático transita por la cantidad y la calidad de los conflictos que aborda. A ciertos espectadores les re¬sul¬ta excesiva la acumulación implacable de situaciones y personajes que revelan ca¬rencias y miserias humanas. A otros les abruma saber que tales cosas existen, pe¬ro consideran que no es prudente exacerbarlas sin un contrapeso. Aparece entonces una palabra que, en lo personal, rezuma de una parte hipocresía y de otra insuficiencia en la comprensión de la naturaleza del arte: balance”.

Por si fuera poco, Yuris Norido, por Cubasí, aseguró que “muchos espectadores han escrito a esta redacción, la mayoría indignados por esta propuesta. Demandan que la retiren o que la cambien de horario. Se quejan por la violencia y los malos ejemplos. Primero que todo, no creemos que sea conveniente retirar del aire una telenovela, por muy tremebunda que les parezca a muchos de los espectadores. Convendría mucho más debatirla, sacar experiencias, tomar notas… y no hablamos solo de los televidentes, sino de los realizadores y productores. (…) A La sal… no le faltan tramas potencialmente atractivas… lo que le falta es balance a la hora de presentarlas. Por fuerza tiene que abrumar ese alud de personajes conflictivos, de situaciones escabrosas, de violencia explícita o sugerida. Abruma porque no hay contraparte contundente”.

Opino, junto con Pedro de la Hoz, que “la telenovela ni ninguna obra tienen la obligación de ser a priori compendios sociológicos totalizadores, ni moralmente edificantes, ni pedagógicamente instrumentales”. De modo que condenar la obra por su “excesiva dosis de realismo” me parece actitud complaciente con una actitud evasiva ante los problemas de la contemporaneidad cubana. El juicio estético es otra cosa. Vendría bien no confundirlos.

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Joel del Río

Joel del Río. Periodista, crítico de arte y profesor. Trabaja como redactor de prensa en el ICAIC. Colabora en temas culturales con algunos de los principales medios en Cuba. Ha sido profesor en la FAMCA y la EICTV, de historia del cine y géneros cinematográficos.


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Joel del Río

Joel del Río. Periodista, crítico de arte y profesor. Trabaja como redactor de prensa en el ICAIC. Colabora en temas culturales con algunos de los principales medios en Cuba. Ha sido profesor en la FAMCA y la EICTV, de historia del cine y géneros cinematográficos.