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En la casa de Raúl García Morejón, en Camagüey, ocurrió el extraño suceso. El hombre estaba chapeando su patio, y escuchó la caída de un fruto del árbol de mango. Quedó muy sorprendido cuando notó que por la forma, el color y la textura, en vez de mango parecía una chirimoya.
El hombre dudó del extraño fruto, pero se supone que la rarísima hibridación del chirimango tuvo lugar porque los dos árboles se encuentran sembrados muy cerca uno del otro, e incluso se rozan, de modo que es posible la unión de las raíces a nivel subterráneo, aunque no deja de ser una rareza.
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Otra explicación posible se relaciona con la posibilidad de que la flor del mango, al estar muy junta con la chirimoya, la haya fertilizado el polen de esta última, y tales cruces genéticos pueden ocurrir, aunque no sean para nada algo común.
La Annona cherimola, o chirimoya, pertenece a la familia de las annonáceas y es nativa de América del Sur. Su nombre procede del quechua, y se cultivaba en los Andes desde los años 200 de nuestra era. Suele tener muchas semillas pequeñas.
La Mangifera indica es llamado comúnmente mango o melocotón de los trópicos, y es una especie arbórea perteneciente a la familia de las anacardiáceas. Es una fruta de la Zona Intertropical de pulpa carnosa y dulce que suele tener una sola semilla, en el corazón de la fruta.
Según explicaron los periodistas que fueron a cubrir el evento, el sabor de la fruta era el mango por un lado, mientras que la otra parte se asemejaba a una chirimoya a medio madurar e incluso presentaba elementos parecidos a las semillas de chirimoya, junto con la semilla del mango, aún sin terminar de formarse.
De modo que el famoso refrán cubano que reza “la mata de mango no da calabaza”, acaba de registrar una excepción a la regla. Porque la naturaleza tal vez se cansa también de producir siempre lo mismo y de la misma manera y se atreve a combinar frutas.
Los seres humanos también nos atrevemos a vincular sabores muy distintos, como los jugos de plátano y fresa, o de piña y guayaba, dos mixturas exquisitas que generan un nuevo sabor, imposible de encontrar si uno nunca se atreviera a tratar de encontrar nuevas combinaciones.
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