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Cuando el ministro cubano de Asuntos Exteriores, Bruno Rodríguez Parrilla visitó Berlín en mayo de este mismo año todo parecía encauzado para que la isla de Cuba contara con una sede del Instuto Goethe, institución cultural alemana de primer orden.
Poco antes, su homólogo alemán había sido el primer ministro de la Alemania federal en pisar la isla y lo hizo rodeado de referentes culturales de diversas sensibilidades políticas.
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Sin embargo, nada parece presagiar a día de hoy que estemos más cerca de tener una sede del Instituto Goethe en la isla. Como reporta la televisora alemana ‘Deutsche Welle’, las negociaciones están congeladas desde que Rodriguez Parrilla volviera a Cuba y no remitiera a la embajada alemana acuerdo alguno que incluyera una institución cultural, tal y como declaró Bernd Fabius a la emisora de radio germana ‘Deustchlandradio’.
Interés ciudadano, desinterés político
Así, se da la paradoja de que pese a aumentar el interés por conocer la lengua alemana y poseer ya un conocimiento de esta lengua mayor que el de sus vecinos caribeños y latinoamericanos (en parte debido a las sólidas relaciones entre la desparecida República Democrática Alemana y el gobierno cubano) en la actualidad el Servicio Alemán de Intercambio Académico (DAAD) del gobierno germano sólo mantiene un programa en la isla heredero del Lectorado Herder de la RDA insuficiente para satisfacer la demanda.
Sin embargo, las relaciones son más fluidas de lo que cabría esperar. Como relata la ‘Deutsche Welle’ se da tanto una participación alemana en los acontecimientos culturales de la isla como las Semanas de Teatro alemán o la serie alemana del Festival Internacional de Nuevo Cine Latinoamericano o, en el sentido contrario, la participación de dramaturgos, actores y músicos cubanos en el circuito cultural alemán.
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