Se acerca el fin del mandato de Barack Obama al frente de la presidencia de Estados Unidos y la promesa del dirigente de llevar a cabo el cierre de la cárcel de Gúantanamo sigue coleando casi ocho años después.
A pesar de haber reiterado buenas intenciones a lo largo de la legislatura, este jueves Obama volvió a la carga e insistió en la clausura de esta prisión ubicada en la base naval de EEUU en Cuba.
El principal obstáculo que Obama no ha podido sortear en todos estos años es la oposición del Congreso estadounidense, formado por mayoría republicana, que se ha negado por activa y por pasiva a permitir el uso de fondos estatales para emprender el traslado de los presos a otro país. Tampoco ha ayudado que los países de origen no estén por la labor de repatriar a los detenidos.
Sin embargo las informaciones aparecidas en el mes de junio alertaron que el actual presidente norteamericano no emitirá una orden ejecutiva para echar el candado a una cárcel instalada de forma ilegal en suelo cubano. Con este escenario parece una utopía que el cierre de Guantánamo se haga realidad a corto plazo.
En la actualidad hay 61 presos, según la información del Pentágono, pero desde 2002, año de su apertura, han llegado a pasar 780 prisioneros. La mayoría de ellos sospechosos por actos terroristas y arrestados tras el 11S.
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