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Orlando Ortega, apenas terminada su actuación en la final de la carrera de 110mts c/valla, se convirtió en centro de la atención mundial.
A pesar de llegar segundo, detrás del canadiense McLeod, su actuación no pudo ser más histórica y mediática, porque apenas días antes de la competencia, Ortega recibió el autorizo para poder competir por España. Aunque ello, no fue todo.
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Todo comenzó tres años después de haber "desertado" de la delegación cubana, justo en el momento en que era considerado el relevo generacional de Dayron Robles, aunque ya tenía en ese año, mejores tiempos que el guantanamero Robles, por esos tiempos envueltos en "dimes y diretes" con las autoridades deportivas de la isla.
Ahora en Río 2016, tras llegar segundo a la meta, y haberse colocado sobre sus hombros una bandera española - y no una cubana - se desataron las primeras críticas, que se incentivaron cuando apareció una declaración en la cual, Ortega Jr., había rechazado la bandera cubana.
Precisamente este gesto, el rechazo a la bandera del país que lo vio nacer, fue lo que más criticas generó.
Ahora Ortega, en una entrevista concedida al diario español El País, aclara que "él no rechazó la bandera, sino que simplemente buscó la española".
Recuerdo que vi una bandera cubana, pasé por delante y unos chicos me llamaron intentando lanzármela. No les dije ni que sí ni que no. Simplemente cambié la vista buscando la bandera española, la encontré y salí corriendo. Estoy muy contento y muy agradecido a España por la oportunidad que me ha dado.
En la entrevista Ortega aclaró además que "su problema - si es que hay alguno - no es con el gobierno, si no con las autoridades deportivas de la isla", y añadió al hablar de su abuela, alguien que influyó mucho en su vida deportiva:
Si hoy estoy donde estoy es gracias a ella. Y luego fue todo emoción: España, Cuba…
Ortega explicó al diario español que como deportista él no podía velar por el mejor de sus intereses como atleta, y que la Federación (que en última instancia, claro está, dice representar al gobierno) limitaba mucho las libertades personales de todos los deportistas.
No podía tener mi mánager, mi sponsor, ir a las competiciones que quería… O si me siento cómodo con Adidas, ¿por qué no puedo tener un contrato con ellos? Si los atletas tuvieran un poco más de libertad no habría tantas deserciones.
El caso de Ortega no ha sido ni el primero, ni tampoco será el último, en esta larga estampida de atletas cubanos "desertando" de las delegaciones oficiales, pero si es "el más sonado últimamente", y quizás él que más le haya "dolido" a las autoridades deportivas de la isla, y del gobierno, pues Ortega era una medalla segura en Río.
Pero Ortega Jr. en algún momento - ya sabemos que el hecho físico, consumado, ocurrió en agosto del 2013 - decidió superarse personalmente, y decidió librarse de lo que a su juicio, entorpecía su desempeño profesional.
Mi problema nunca ha sido con Cuba, sino con la Federación Cubana de Atletismo, que son cosas diferentes y dirigentes diferentes.
Así dijo.
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