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Saben que a mí siempre me ha gustado eso de conocer las interioridades del deportista cubano, porque sin cuna, sin familia, el ser humano no es nada. Y, hoy, voy a tratar de comenzar en este muy seguido sitio una especie de sección con la vida de conocidos deportistas de la Mayor de las Antillas. Y pienso que, ¿quién mejor que una pequeña judoca llamada Yanet Bermoy, doble subtitular olímpica, para echarla a andar?
Una bellísima historia de amor unió hace tres años en el Centro de Entrenamiento de alto rendimiento Cerro Pelado en la capital cubana a la diminuta judoca con el luchador Keldys Josef, nada menos que un apuesto gigantón de la división de los 130 kilos, figura sobre la que se cierra gran interés como posible sucesor del trimonarca olímpico de esa división Mijaín López.
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Al decir de Yanet, excepto el físico, todo lo tenían en común: el deporte, el carácter, la personalidad. Entonces sobrevendría el amor, aunque no esté signado por ninguna firma notarial aún.
Batallando juntos, dándose ánimos fuera y dentro del colchón del judo o de la lucha ocurrió de repente algo no planeado pero hermoso: Yanet Bermoy estaba embarazada.
“Ser mamá te cambia la vida Julita, es un proceso en la vida de la mujer verdaderamente lindo, te confieso que me gusta”, dice sonriente como siempre la pequeña Bermoy. Yo quería una niña pero estoy muy feliz con mi varón, el cual será lo que quiera ser, luchador como su papá, judoca como su mamá, o simplemente un buen estudiante o deportista de cualquier otra disciplina.
Mi compañero está feliz por el nacimiento de su primer hijo, y preparándose porque nada fácil resulta ocupar la división de un tricampeón olímpico. Keldis Josef tiene 24 años y lleva seis en la selección nacional.
La Bermoy, una de las más destacadas guerreras del General Veitía posee en su amplio palmarés además de sus dos medallas de plata olímpicas, un título mundial juvenil, otro de mayores, seis veces titular continental y por trece años desandando los tatamis del orbe bajo la tutela de su querido profesor Ronaldo Veitía, ya retirado.
Al decir de Yanet, el profe Veitía “se encargó de sacar del bosque un pedazo de madera y hacerlo sonar como un violín. A él le debo gran parte de mi vida, me ha enseñado no sólo el deporte sino cómo comportarme en la vida”.
El nombre de mi bebe es Keldys Junior Josef Bermoy y su madrina es mi amiga, la entrañable Idalys Ortíz, de las grandes del judo cubano con sus tres preseas olímpicas,: bronce en Beijing, oro en Londres y plata en Río.
Y así dejamos detrás el humilde hogar de estos jóvenes deportistas cubanos, a quienes queremos seguir viendo competir, porque es un hecho cierto que Yanet Bermoy piensa regresar después de su maternidad a la alta competición, para beneplácito de todos los seguidores de este arte marcial ancestral que es el judo.
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