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Según han reconocido por estos días varios medios cubanos, el gusto de los jóvenes se aleja cada vez más de la trova, a pesar de que existen espacios dedicados a este género en televisión, radio y en algunos contados sitios capitalinos o en contadas ciudades de Cuba.
La periodista Zulema Samuel del Sol, en Cubasí, cuenta entre las razones de ese distanciamiento la creciente influencia de los productos de una industria musical globalizada, la escasa promoción de la canción de autor en los medios de difusión, y la inexistencia de una estrategia cultural que priorice la presencia de un género con profunda raigambre cultural y artística.
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Cubasí se refiere a los resultados de un sondeo aplicado a una muestra de cincuenta estudiantes de la Facultad de Matemática y Ciencias de la Computación de la Universidad de La Habana, donde se constató que la mayoría de los encuestados se identifican más con el pop, el hip-hop y el reguetón, y solo conocen de la trova a Silvio Rodríguez y Pablo Milanés.
Lo mismo se reflejó en el caso de veinte estudiantes del preuniversitario Saúl Delgado, del Vedado, y otros diez jóvenes de la secundaria básica Rubén Martínez Villena, del mismo municipio, que expresaron su preferencia por el reguetón, y asociaron la trova como algo pasado de moda o que solo gustaba a una minoría de universitarios o intelectuales.
Hay que contar con otros dos factores en la crisis mencionada: muchas veces la Nueva Trova promovía un tipo de canción compleja, crítica e inteligente, que ha retrocedido ante el avance del estribillo fácil, y debe reconocerse que muchas de aquellas canciones se asociaban a la retórica y la propaganda de la izquierda. Tal es así que los medios cubanos programan canciones de la Nueva Trova, sin parar, en las fechas luctuosas o solemnes.
Otra explicación al asunto la ofreció Fidel Díaz Castro, periodista y director de la revista Caimán Barbudo, al afirmar que «la gran parte de nuestros medios ha aplicado conceptos mediáticos simplones y tergiversadores de lo que es el arte, incluso de asimilar la música como arte. Se debe trabajar primero para que la gente conozca toda esa riqueza melódica y aprenda a apreciarla, y luego reedificar los mecanismos de promoción de la trova».
En el sitio de la radio cubana, Guillermo Vilar se refirió a la permanencia de las canciones de la Nueva Trova cubana, independientemente de que hayan tenido mayor auge en un tiempo que en otros, puesto que le cantan al amor y a los valores humanos más universales, y por lo tanto varias de sus canciones jamás pasarán de moda en tanto nos “conducen hacia las alturas de imponentes cúspides de la belleza, talladas por gigantes de la palabra, como Pablo Neruda, César Vallejo o Antonio Machado”.
A lo largo de los años setenta y ochenta la Nueva Trova cubana, encabezada por Silvio y Pablo, consiguió transformar la estética de la canción en habla hispana. Se había conformado a partir de influencias como Bob Dylan, el tropicalismo brasileño, los Beatles, la canción protesta internacional y, sobre todo, de la vieja trova (Sindo Garay, Manuel Corona, Alberto Villalón y otros), distinguible por el ingenio poético y la influencia del romanticismo literario.
La generación histórica de la Nueva Trova, la de Silvio, Pablo, Sara, Vicente, Amaury… fue sucedida por un grupo de jóvenes como Santiago, Donato, Xiomara y Anabel que siguieron sus pasos. Hoy mismo, el espíritu de la Nueva Trova sobrevive, combinado con otros ritmos y fusiones, en algunas canciones de Buena fe, Raúl Paz, Descemer Bueno o David Torrens.
Habría que preocuparse entonces porque ese hilo de sucesiones no se quiebre. Y que la trova continúe habitando en el panorama artístico de la nación, aunque las veleidades de la moda impongan ocasionalmente otros géneros.
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