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La etapa de Pedro Sánchez como secretario general del PSOE llegó a su fin, tras dos años y tres meses al frente de una formación socialista que ha perdido completamente el rumbo.
Con 132 votos en contra y 107 a favor se fraguó la marcha del hasta ahora máximo representante socialista, que ya advirtió en la previa que no seguiría sin el apoyo interno.
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Esta condición como era de esperar no se dio tras una jornada que marcará al partido. De hecho posiblemente el Partido Socialista asistió a uno de los episodios más tristes de su historia, ya que los gritos, palabras gruesas y escenas de tensión dominaron una votación que escenifica la total división de la formación.
Con la marcha de Sánchez el partido queda ahora tutelado por una gestora hasta la celebración del próximo congreso, de donde saldrá el próximo secretario general.
Sin embargo antes habrá un comité federal que tomará la decisión de abstenerse o no en la investidura de Mariano Rajoy como presidente del Gobierno.
Crisis en un partido dominado por Andalucía
La realidad es que el creciente poder de la facción del PSOE andaluz, el peso de políticos históricos y la falta de apoyo de dirigentes autonómicos ha terminado por liquidar el proyecto del ya exsecretario general de los socialistas.
Pedro Sánchez se marcha sin haber podido culminar su deseo de formar gobierno y con el apoyo de las bases del PSOE ante su negativa para facilitar la llegada de Rajoy al poder.
El PSOE abrirá una nueva etapa de forma forzosa a la espera de redefinir su rumbo en la oposición.
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