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Más de tres meses se han cumplido ya del horrible crimen en el que fueron asesinadas dos cubanas en Madrid, junto a un ciudadano ecuatoriano.
El juez del caso ha decidido prorrogar el secreto de sumario, y ello ha desatado la preocupación de las familias de las víctimas, que ven pasar el tiempo sin tener datos claros del curso que sigue la investigación.
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Los hechos ocurrieron el pasado 22 de junio, en un despacho de abogados de la calle Marcelo Usera ―en Madrid― donde las dos cubanas eran empleadas.
Maritza (46 años) y Elisa (31 años) trabajaban en el bufete del peruano Víctor Salas. Pepe, la tercera víctima, era simplemente un cliente que estuvo en el lugar equivocado a la hora equivocada.
A pesar de lo poco que se sigue sabiendo del hecho, desde el inicio se habló de un sicario profesional, que había sido contratado para matar al dueño del despacho.
Sólo que al no encontrarse este, acabó con la vida de las tres personas citadas.
Lo más triste del caso es que, pese a desearlo, las familias no pudieron ni repatriar los cuerpos, pues el juez ordenó que fueran enterrados en España.
Las familias no tienen noticia alguna ni por la policía, ni por la vía judicial y tampoco de parte de Víctor Salas, que no acabó cumpliendo su promesa de apoyar moral y materialmente a las familias, según destaca hoy el diario español El Mundo.
Víctor tiene custodia policial las 24 horas y ha cerrado los dos despachos que tenía en la capital española, en los que realizaba trámites de extranjería.
Se estima que la policía centra las averiguaciones en varias personas que le visitaron en días previos a los hechos, pero todo es difuso, demasiado.
Los padres de Elisa, la joven abogada cubana de 31 años, han enviado una carta al juez del caso donde manifiestan su impotencia por la demora. Temen que el paso del tiempo haya contribuido a eliminar o a manipular pruebas.
Tres meses después, el piso del horror está vacío y continúan hundidas las familias de las víctimas.
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