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Los cubanos de toda la Isla, y los radicados en cualquier parte del mundo, queremos colocar nuestros mejores deseos en función de que los daños, inevitables,sean los menores posibles, cuando las violentas ráfagas de viento, las precipitaciones copiosas y las penetraciones del mar abatan todo lo que encuentren a su paso.
Dentro de la inmensa catástrofe que inevitablemente causará el huracán en las provincias de Guantánamo, Santiago, Holguín, Granma y Las Tunas, donde apenas hay experiencias anteriores con huracanes tan enormes y devastadores como Matthew, quizás valga de algo la solidaridad, la preocupación y el deseo de ayudar de millones de cubanos deseosos de manifestar la solidaridad que nos caracteriza como pueblo.
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Si bien, para inmensa fortuna de quienes habitan el extremo oriental, Matthew se desplazó hacia el este, como si el ojo del huracán quisiera eludir el territorio cubano, y circular por el “pasillo” marítimo que constituye El paso de los Vientos, entre Cuba y Haití, de todas formas la sección izquierda azotará con furia el territorio de las proinvicas mencionadas, en tanto se trata de un ciclón categoría 4, con vientos máximos sostenidos de 230 kilómetros por hora, es decir, se trata del huracán más poderoso que se ha formado en el Atlántico desde Félix, en 2007, que causó, por ejemplo, más de 130 muertos a su paso por Nicaragua.
En Cuba, ha habido una muy intensa campaña informativa para advertir y preparar a la población, amén de los miles de albergados que fueron trasladados a zonas seguras, pero también es cierto que la experiencia anterior acumulada apenas cuenta ante un fenómenos atmosférico tan poderoso, que viene asociado a intensas precipitaciones que pudieran alcanzar hasta 63 centímetros, aunque en casos puntuales podrían registrarse hasta más de un metro de agua, según anuncian fuentes especializadas.
A las lluvias se vinculan las inundaciones, que ponen en evidencia la precariedad de la red de alcantarillado y ponen en peligro los depósitos y la circulación del agua potable. Y además, el ciclón, en su movimiento más o menos rectilíneo, de sur a norte, provocará primero marejadas y penetraciones del mar, más intensas que nunca, primero en la costa sur y luego en la norte. Y las de la corte norte tal vez lleguen hasta Matanzas.
En Cuba, se ha reforzado también la presencia de personal médico y de trabajadores de la red eléctrica, entre otros encargados de suministrar servicios básicos, para asistir a la población en caso de urgencias.
Por desgracia, tales urgencias ocurrirán, y hay que prepararse para enfrentarlas y darles solución cuando sea posible. Sigo creyendo en el inmenso poder que puede tener una cadena de voluntades pidiendo un milagro, otro, que libere a los cubanos de sucesos nefastos, espantosos temores y dificultades ingentes.
Porque no se trata solamente de las diez o doce horas de ráfagas demenciales y destructivas, está la estela de destrucción que dejará a su paso. Y es difícil prepararse para eso. Aunque no es imposible afrontarlo todo con la fe de que, como siempre, empezaremos de nuevo impulsados por nuestro espíritu incansable, y con este destino de Sísifo, dispuesto siempre a subir otra vez la cuesta.
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