Baracoa la antigua, la remota… la que renacerá de sus escombros

Poco a poco los medios cubanos han informado sobre la dantesca dimensión de los daños materiales en Baracoa. Solo resta tratar de restituirle el brillo antiguo que antes tenía

Vista aérea Bahía de Baracoa © www.umbrellatravel.com
Vista aérea Bahía de Baracoa Foto © www.umbrellatravel.com

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Este artículo es de hace 8 años

En una muy reciente aparición televisiva, Eusebio Leal, uno de los historiadores y oradores más brillantes que ha tenido la Isla, después de condolerse por la destrucción en Baracoa, colocó su fe no solo en la reconstrucción inmediata, sino en la conservación del centro histórico y del considerable legado patrimonial fuertemente amenazado por los tremendos daños en techos y paredes.

La reciente atención de todo el país por el destino y los problemas de Baracoa, trae a la mente al extraordinario documentalista cubano Nicolás Guillén Landrián, especializado en hablar de lugares remotos, y dejados de la mano de Dios y hasta un poco olvidados por los dirigentes de la Revolución. Así se evidenciaba, sobre todo, en el legendario Ociel del Toa (1965) filmado en las cercanías montañosas de la lejana villa, y Retornar a Baracoa (1966) donde establecía las transformaciones recientes experimentadas por la usualmente taciturna población.


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Pero a pesar de estar lejos de todo, 200 kilómetros al este de Santiago de Cuba, rodeada por las montañas del Toa y por un paisaje bastante intrincado, con escasas vías terrestres de acceso, Baracoa volverá a monopolizar la atención del turismo gracias a los tremendos paisajes que constituyen la bahía de Miel, con sus playas de arenas negras, y la proximidad del llamativo Yunque. Además, el viaducto La Farola, que comunica Baracoa con el resto del país, y que fue construido en los años sesenta, ya está funcionando nuevamente.

El Yunque de Baracoa es una meseta que es casi símbolo de la ciudad, y que, según los baracoenses, fue la primera vista de Cuba para el almirante Cristóbal Colón, el 27 de octubre de 1492, aunque los gibareños aseguran que se trata de La Silla de Gibara, una meseta más próxima al lugar por donde desembarcaron los descubridores. Lo que nadie podrá discutirle a Baracoa es su categoría de primera villa fundada, en 1510, por Don Diego Velázquez de Cuéllar, quien llegó de España para conquistar la Isla.

Por supuesto, en tanto se trata de una de las ciudades coloniales más antiguas de América, Baracoa ofrecía, durante siglos, un paisaje pueblerino dominado también por los techos de tejas rojizas, y por emblemáticos edificios de madera, que padecieron muchísimo con la furia del huracán. Al igual que los cultivos cercanos, tradicionales, de café, cacao, yuca, coco y maíz, todos ellos imprescindibles en la dieta de los baracoenses.

Una antigua fortaleza, ahora transformada en el hotel El Castillo, domina la ciudad en tanto está enclavada en una terraza 40 metros por encima de la ciudad. También conocido como Castillo Seboruco, y bastante maltratado por Matthew, la fortaleza originaria fue construida durante la guerra entre España e Inglaterra, entre 1739 y 1741, cuando las dos naciones se disputaban el dominio comercial y naviero del Nuevo Mundo.

También padecieron con los vientos y olas del huracán el Fuerte Matachín, donde se ubica uno de los museos más significativos de la ciudad, en tanto cuenta la historia de la localidad desde tiempos prehispánicos —esta es de las zonas con asentamientos taínos más numerosos, y la villa posee una de las pocas estatuas al indio Hatuey, símbolo de nuestro primigenio deseo de independencia— además de las famosísimas polimitas, los moluscos de conchas con vivos colores.

En cuanto a los lugares y edificaciones que atraen la atención en Baracoa sería bueno restituir el atractivo del Museo Arqueológico Cueva del Paraíso, el Parque Natural Majayara, el Zoológico Cacique Guamá, los hoteles Porto Santo y La Rusa, la Casa de Isabel Castro…

Esta siempre será tierra de delicias para el paladar como el calalú, el bacán, el cucurucho, el frangollo, el chorote, el saoco y la sambumbia, que seguirán siendo poderoso atractivo para el turismo, que seguramente se restablecerá al paso de un par de meses. Ojalá las reconstrucciones y reparaciones sepan conservar el encanto añejo de la ciudad primada.

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Joel del Río

Joel del Río. Periodista, crítico de arte y profesor. Trabaja como redactor de prensa en el ICAIC. Colabora en temas culturales con algunos de los principales medios en Cuba. Ha sido profesor en la FAMCA y la EICTV, de historia del cine y géneros cinematográficos.


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Joel del Río

Joel del Río. Periodista, crítico de arte y profesor. Trabaja como redactor de prensa en el ICAIC. Colabora en temas culturales con algunos de los principales medios en Cuba. Ha sido profesor en la FAMCA y la EICTV, de historia del cine y géneros cinematográficos.