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Hace unas pocas semanas, la Embajada de Polonia organizó en el Centro Cultural Fresa y Chocolate, un conversatorio titulado "Wajda en mí", en el cual tomaron parte los escritores Reinaldo Montero y Francisco López Sacha, el director de escena Carlos Celdrán, y el cineasta cubano Fernando Pérez.
Todos los reunidos evocamos la trascendencia y el impacto de la filmografía realizada por el genial artista polaco desde 1954 hasta 2016, cuando falleció, a causa de una insuficiencia respiratoria, a los 90 años. Así, Polonia no solo perdió a uno de sus cineastas más importantes, sino a un artista comprometido con la historia y el destino de la nación.
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Los artistas e intelectuales cubanos reunidos en el Centro Cultural Fresa y Chocolate, pocos días del deceso del cineasta, rememoraron el carácter de cronista social de Wajda (El hombre de mármol, El hombre de hierro), y su capacidad para abordar temas muy polacos como el anhelo de independencia ante naciones vecinas muy poderosas (Bodas, Cenizas), o el impacto terrible de ciertos traumas históricos y su veracidad a la hora de mostrar el pasado.
En particular, el cineasta Fernando Pérez rememoró su primer encuentro, siendo muy joven, con el cine de Wajda, mediante Kanal, la película que mostraba la trágica insurrección del gueto varsoviano durante la ocupación nazi de Varsovia. Luego, llegaron tres grandes impactos: la narración altamente simbolista, para expresar la compleja realidad polaca, en Cenizas y diamantes; el realismo crítico en torno a la voracidad capitalista que es La tierra prometida, y ese llamado a la honestidad y la ética del artista que es El director de orquesta.
Celdrán relató que conoció el cine de Wajda en los mitológicos ciclos de la Cinemateca de Cuba de los años ochenta, y en su mente quedaron ciertas imágenes extraordinarias, casi todas relacionadas de la contienda entre la historia y el individuo, como la escena final de Todo para vender, el barroquismo teatralizado de Bodas, la reflexión sobre la decadencia física en Los abedules, la maquinaria diabólica de la muerte al final de Katyn.
López Sacha expresó su preferencia por ese mural de la destrucción y la esperanza que es Paisaje después de la batalla, mientras recalcó el modo en que Wajda se adelantó a lo postmoderno y performático en Todo para vender, mientras que condenaba la grosería capitalista en La tierra prometida, y denunciaba los errores del periodo del culto a la personalidad en el socialismo con El hombre de mármol.
En otros momentos del encuentro, se evocaron otros grandes filmes de Wajda, como el romanticismo proustiano de La señoritas de Wilko, y la dura advertencia a las revoluciones y los dictadores que se expresa en Danton, realizada en Francia, con el protagonismo de Gerard Depardieu, luego de que Wajda fuera hostigado en su país por sus simpatías con el sindicato libre Solidaridad.
Ganador del Oscar de honor en 2000 (en la foto junto a Jane Fonda), y de la Palma de Oro en Cannes, y poseedor de todo tipo de reconocimientos, Wajda mostró la transformación de Polonia en un estado comunista, y posteriormente en una democracia parlamentaria, con el consiguiente énfasis en los problemas que implicó semejante transformación, comentada en películas como El hombre de hierro, o la mucho más reciente biografía de Lech Walesa.
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