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Jaber Albakr, el refugiado sirio detenido recientemente en Alemania por planear un atentado en territorio germano, se ha suicidado en su celda.
Según la versión oficial que recogen medios de prensa, el presunto terrorista se habría ahorcado, con su camiseta, en la celda donde permanecía preso, en Leipzig.
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En un primer momento, Sebastian Gemkow, ministro de Justicia de Sajonia, habló de una “camisa”.
Luego, Rolf Jacob, director de la prisión de Leipzig aludió a una “camiseta”.
El prisionero fue vigilado en un primer momento cada 15 minutos, pero tras hablar con una psicóloga ―que no tenía experiencia alguna con terroristas previamente― se amplió ese tiempo a 30 minutos, porque consideraron que no existía “riesgo grave de suicidio”.
Al final, encontraron el cuerpo durante un control “extraordinario”, a los 15 minutos de la última vigilancia.
Otro detalle es que, a pesar de que el prisionero había roto la lámpara de la celda y manipulado el enchufe, esto sólo se consideró “un acto de vandalismo” y no lo relacionaron con inclinaciones suicidas.
Sin embargo, el presunto terrorista había iniciado, además, una huelga de hambre.
Tres refugiados sirios lo entregaron a la policía el pasado lunes, cuando se dieron cuenta de que la persona que estaban hospedando era la misma de la cual hablaban los medios de comunicación.
Aunque la policía llevaba meses siguiéndole la pista, en una redada a su apartamento, el pasado sábado 8 de octubre, el consiguió escapar.
Al Bakr, de 22 años, había conseguido el asilo después de haber llegado a Alemania el año pasado.
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