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La tradición del cultivo de flores está muy arraiga en Cuba. Los cubanos se caracterizan por ser buenos consumidores de flores. Es habitual comprarlas para regalos, fiestas, para adornar la casa y para poner en los altares domésticos y de las iglesias.
Estas circunstancias favorecían que existieran en la capital extensas áreas dedicadas al cultivo de flores.
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Sin embargo, esto está cambiando en La Habana. Los productores locales de flores están desapareciendo y, como consecuencia, las flores de los mercados capitalinos provienen cada vez más frecuentemente de lugares más lejanos, lo que puede incidir negativamente en una merma en la calidad del producto que compran los habaneros en los mercados.
Los vendedores comentan que ahora deben comprar en género en lugares más alejados como son Mayabeque, Artemisa, San José o Matanzas y los productores de flores admiten que, en este momento, la extensión de tierra que se dedica a este cultivo es mucho menor que la que se dedicaba hace unos años.
Algunos agricultores explican que las flores que cultivaban necesitaban plaguicidas de manera constante, productos muy costosos y que afrontan dificultades en la cooperativa local de la que dependen, tanto para comprar productos para su trabajo como para vender la producción.
El funcionalmiento actual del sector
En este sector también participa el Estado a través de la empresa nacional Jardines, que cuenta con varias tiendas. Una trabajadora de las tiendas explicó a Diario de Cuba: “Las flores vienen de fuera de La Habana, pero son cubanas, excepto las de la tienda en CUC, que son importadas".
La trabajadora continuó explicando el funcionamiento actual del negocio de esta forma: "Nosotros le compramos las flores a la importadora, que también le vende a particulares". "No compramos directamente al proveedor, así que eso encarece un poco el producto, pero sigue siendo un poco más barato que en los cuentapropistas".
Según parece, este es el modelo que se está imponiendo y la explicación del abandono de la producción de flores por parte de los agricultores y de la merma de la calidad del producto en el mercado. Las cultivos de flores no son ahora una prioridad del gobierno por lo que muchos agricultores se ven obligados a buscar otro sustento.
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