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El popular salsero puertorriqueño Víctor Manuelle, junto con las cantantes cubanas Argelia Fragoso y Diana Fuentes, el sonero, compositor y director de orquesta Adalberto Álvarez, determinarán la ganadora de la segunda temporada de Sonando en Cuba, que ha logrado llamar la atención de buena parte de la teleaudiencia cubana.
En la recta final, solo compiten Yulaysi Miranda (por la región occidental), Rosa María Moret (región central) y Dayana Batista (región oriental) según la elección de los jurados-mentores (con toda la dificultad que implica ser juez y parte) Mayito Rivera, Paulo FG y Haila María Mompié.
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Aunque los medios y jurados insisten en la dificultad de elegir una ganadora entre las tres muchachas concursantes, queda a la vista que las decisiones más difíciles y controversiales ya fueron tomadas, cuando quedaron fuera del concurso todos los cantantes varones, y muchos de los que solían interpretar canciones.
Muchas veces se tomó la decisión de eliminarlos, entre otras razones, por su desempeño en cuanto a la música popular bailable, cuando el programa anuncia pomposamente que se trata de un concurso que incluye TODOS los géneros de la música popular cubana, y por lo tanto la incapacidad para la guaracha y la pachanga no debieran ser razones eliminatorias.
Con todas las razones que puedan alegarse para el mejoramiento del programa, Sonando en Cuba ha logrado reanimar la programación televisiva dominical, y sobre todo, ha vuelto a llamar la atención de los medios cubanos sobre la música nacional, aunque todavía se eche de menos la presencia de cientos de títulos clásicos que los jóvenes concursantes debieron conocer y defender, e incluso popularizar, antes de que se le ocurra la idea a alguien como Luis Miguel o Cristina Aguilera.
La primera temporada de Sonando en Cuba estuvo envuelta en la polémica, porque en Cuba se discutía sin cesar la imitación de un formato estilo The Voice, Operación Triunfo y decenas de similares. Otros, simplemente, abogaban por la necesidad de un programa como este, pues Cuba cuenta con larguísima en espacios como La corte suprema del arte, en los años cincuenta, y Todo el mundo canta, en los setenta y ochenta.
En la presente temporada, está en el candelero la elección de uno u otro concursante, debido a que las eliminatorias muchas veces los han colocado en competencias por dúos, tríos o cuartetos donde no siempre es posible aquilatar el talento individual. Además, no siempre queda claro el deslinde entre el concurso de canto y la competencia de simpatías, ni el modo en que se valoran las facultades interpretativas o simplemente el volumen de la emisión.
Según informó a Juventud Rebelde, Manuel Ortega, director de televisión de Sonando en Cuba, habrá conversaciones en noviembre para exportar el formato del espacio cubano a Puerto Rico y República Dominicana. Luego, los ganadores de esos concursos tendrían una gran final internacional, a dirimirse en La Habana.
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