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Una tradición histórica en Estados Unidos ha cobrado fuerza en Cuba de la noche a la mañana. La celebración de Halloween en los tres últimos años, coincidiendo con los cambios económicos en la isla, gana terreno en La Habana donde se puede descubrir en los clubes privados a cientos de adolescentes y jóvenes con disfraces de todo tipo para festejar la llamada noche de brujas.
Esta práctica milenaria, que se celebra sobre todo en el mundo anglosajón cada noche del 31 de octubre, no solo ha sido acogida en los clubes y paladares administrados por cuenta propia. Los centros nocturnos regidos por el Estado también han albergado estas fiestas que se extienden durante toda la noche, cuyos asistentes en su mayoría son jóvenes con un alto poder adquisitivo que les permite alquilar el costoso precio de los trajes y de sus accesorios que se ofrece a través de sitios digitales como Revolico.com.
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Por ejemplo en esta página se ponen precio a disfraces de fantasmas, brujas, vampiras, duendes, demonios, entre otros.
“Ahora nos quedan brujitas, piratas, monstruos, pero en el resto del día nos entran túnicas de Drácula. Casi todos rondan los 15 cuc”, cuenta por teléfono una joven mujer que hace su agosto cada septiembre con el negocio de Halloween. En el mismo sitio una especie de compañía que se hace llamar Vegas Party anuncia los consabidos disfraces junto a “artículos escolares, juguetes, regalos, velas mágicas, volcánicas y de concierto, artículos de Neón que alumbran en la oscuridad”.
Estas celebraciones han sido criticadas por intelectuales cubanos y la prensa oficial por constituir un ejemplo de “expresiones foráneas colonizadoras”.
“Lo raro, y en mi opinión preocupante, es que desde instituciones, cuya misión social implica preservar valores identitarios, se promuevan tales prácticas (…) ¿Por qué dejarse arrastrar por la lógica del mercado o la asimilación acrítica, o mejor dicho, neocolonial de influencias foráneas?”, escribió en 2014 la prensa oficial.
Por su parte señaló el sitio digital Cubasi: “Es como esas pequeñas cortaditas que uno se hace en los dedos, a veces hasta con una hoja de papel o un hilo, no significan ninguna gravedad, pero molestan (…) todavía siento el escozor de la cortadita cuando sé o presencio situaciones como las del Halloween y sus etcéteras”.
Para algunos estás opiniones no influyen en la asimilación de esta corriente cultural y religiosa con raíces milenarias procedentes de las fiestas de verano de la cultura celta, aunque alcanzó su máxima expresión en Estados Unidos.
Lo cierto es que con el acercamiento entre la isla y la nación del norte este tipo de tradiciones foráneas van ganando cada vez más adeptos entre la población cubana y además de practicarse en La Habana se extienden hacia otras provincias más cercanas a la capital como Matanzas y Santa Clara.
“Este lunes pienso ponerme algún disfraz bien sensual. Que resalte mi erotismo, mis curvas. Quizás algo de enfermera, de Betty Boop o Marilyn Monroe. No importa lo que digan, no pienso perderme las fiestas de Halloween,”, cuenta a CiberCuba Yudy Morales, una estudiante de La Universidad de La Habana, mientras chequea en su móvil las ofertas de disfraces que bajo de la Wifi.
Laura Cordero, quien el pasado año se licenció en Lengua Inglesa por la Universidad Marta Abreu de las Villas, comparte, básicamente, esta misma opinión. ”Me cuesta bastante caro, pero no pienso perderme estos festejos. Mis amigos ya tienen su traje hace semana y yo lo recojo este sábado. Voy con algún símbolo que emule la tradición del Día de los Muertos en México. Siempre me ha interesado la cultura latinoamericana y especialmente la mexicana”, indica.
Pero no hay que tener los bolsillos llenos para participar con decoro en esta especie de Halloween criollo. Hay muchos jóvenes que construyen su propia indumentaria con recursos propios y materiales reciclados.
“Aunque pueda, no voy a pagar por el alquiler de un traje. Yo me disfrazo en un momento de Marilyn Manson y, olvídate, que seré la sensación de la fiesta. Si uno tiene imaginación y un poco de destreza no hace falta tener la billetera llena”, nos dice Maykel Pardini, un mesero de 30 años, que dejó en la pared de su casa el título de licenciado en economía para buscarse la vida honradamente en el circuito no estatal.
Pardini, quien asegura ganar con este trabajo una suma decorosa que le permite pasar vacaciones fuera de La Habana al menos dos veces al año, echa en falta, sin embargo, más trajes que discursen sobre los símbolos de la cultura cubana. “Me gustaría ver personas disfrazadas de Elpidio Valdés, Benny Moré o Celia Cruz. Si te soy sincero, creo que de eso adolecen estas celebraciones”.
En cualquier caso, La Habana, como New York, Londres, Montreal o cualquier ciudad del mundo, se llenará este lunes 31 de zombies, vampiros y otras criaturas del inframundo para celebrar una fiesta que, si bien tiene su mayor arraigo en Estados Unidos, se ha traslado a muchas regiones de este mundo globalizado. Y a Cuba, según las últimas señales, llegó para quedarse.
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