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En una elección sumamente reñida, y hasta cierto punto impredecible, Donald J. Trump, la más seria de las bromas posibles, acaba de ganar por el Partido Republicano las elecciones presidenciales de los Estados Unidos con (279) votos electorales a su favor, de los 270 necesarios. Hillary Clinton, su contrincante por el Partido Demócrata, sumó (228) votos, insuficientes para el triunfo.
Ha sido una de las contiendas más disputadas, si no la más, por el puesto en la Casa Blanca y su resultado ha dejado al mundo en vilo. El pasado 16 de junio de 2015, cuando Trump anunció su candidatura, gran parte de los medios de prensa se lo tomaron como un chiste, pero llovió mucho desde entonces.
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Con una campaña descarada, plagada de insultos y datos trucados, pero también de un desparpajo inusitado entre los políticos al uso, el magnate neoyorkino de setenta años fue despachando rivales de manera inobjetable y acaba de frustrar el largo sueño de Clinton, arquetipo de la política convencional.
Su condición de outsider, hombre de la televisión y el reallity, su discurso tremendista y apocalíptico, su nula experiencia política, sus andanadas contra cualquiera que ose cuestionarlo, su abierta desfachatez, su discurso reaccionario y sin método, en fin, toda esa amalgama díscola, ha terminad por convencer al electorado estadounidense, y el alto grado de riesgo de esta elección está muy lejos aún de saberse. Nadie sabe lo que, a partir de 2017, puede suceder.
En una carrera de fondo, Trump obtuvo los votos electorales de estados péndulos que normalmente deciden, y que esta vez no fueron la excepción, como Florida, con sus 29 votos electorales, u Ohio, con 18, y venció en sitios en principio impensados como Wisconsin y Michigan. Otros estados normalmente republicanos como Arizona, que la virulenta campaña de Trump había polarizado, y que eventualmente pudo haber perdido, se mantuvieron fieles a la norma.
Hay que recordar la capital importancia que la Florida vuelve a demostrar en lidias tan cerradas (recordemos las elecciones del 2000), y cuánto hicieron en días previos los candidatos para sumar votos a su causa. Antes de este último día, el Estado tenía cifras históricas de votos adelantados, con un total de seis millones y medios de boletas contadas, buena parte de ellas pertenecientes a la zona sur y mayoría demócrata.
Entre 2010 y 2015, la población de la Florida ha aumentado en casi un millón y medio de personas, la mitad de ellos latinos. En general, de sus 20 millones de habitantes, casi el 25 por ciento son latinos, de ahí que el voto de la comunidad sea tan decisivo e importante.
Además de los propios compañeros de fórmulas, Hillary Clinton-Tim Kaine y Donald Trump-Mike Pence, por la Florida pasaron pesos pesados mediáticos haciendo campaña para sus favoritos, como Jennifer López o Stevie Wonder. Según encuestas recientes, un 70 por ciento del Estado consideraba que Trump no era idóneo para presidente y un 54 por ciento, a su vez, creía que sus comentarios en la campaña eran irresponsables. No fue un gran por ciento en su contra, teniendo en cuenta la naturaleza de los ataques de Trump. Algo que finalmente la práctica confirmó.
El voto de la comunidad cubano-americana, como de costumbre, se mantuvo en la opción republicana. Aunque sería descabellado pensar que Trump vaya a cerrar la Embajada de Washington en la Habana o dé marcha atrás de alguna u otra manera a la apertura de las relaciones diplomáticas, sí se espera que estas sufran un freno y se encuentre con escollos que no habrían surgido con una administración demócrata. El propio levantamiento del embargo, para no ir más lejos, puede sufrir un gran retroceso.
Todo esto, sin embargo, son aún puras especulaciones. Lo más cerca que hemos estado de saber lo que piensa Trump son unas declaraciones recientes suyas: “Creo que está bien, pero deberíamos haber hecho un acuerdo mejor. El concepto de tener una apertura con respecto a Cuba –50 años es suficiente– el concepto de tener una apertura con respecto a Cuba está bien. Creo que deberíamos haber hecho un acuerdo más enérgico.”
Se cree, por otra parte, que directa o indirectamente la propia campaña del candidato republicano mostró lados positivos que en su mandato, durante los próximos cuatro años, no harán otra cosa que crecer: el aumento de la participación política, una cohesión mayor de las mujeres alrededor de sus derechos así como de los hispanos, la evidencia de que en Estados Unidos no hay una sociedad, ni mucho menos, post-racial, o el acercamiento del sector liberal a los graves conflictos de la clase obrera blanca.
Hoy en la mañana, mientras ejercía su voto en Nueva York, Trump dijo que muchos sondeos estaban tergiversados a propósito y que todo estaba saliendo muy bien. En esto último, evidentemente, tenía razón. Cuenta, además, con mayoría republicana en el Senado y el Congreso, lo que también blinda el carro republicano en el Poder Legislativo. Será el cuadragésimo quinto presidente de los Estados Unidos. Una verdad caja de sorpresa. Y lo más peligro no parece ser él, sino la propia gente que la votó.
CNN reporta que Hillary Clinton ha llamado a Donald Trump y lo felicitó por su victoria por la presidencia de Estados Unidos
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