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Madrid, 15 nov (EFE).- Si bien el cubano Ronaldo Menéndez asegura que se escribe desde la memoria, y que su niñez y adolescencia pertenecen a Cuba, confiesa que en sus novelas practica un "desesperado intento" de trascender la realidad cubana con el fin de hacer una literatura "más trascendente y universal".
Afincado en Madrid desde hace una década, donde ha fundado la escuela de escritura Billar de Letras, Ronaldo Menéndez (La Habana, 1970), asegura que es muy difícil sustraerse a la memoria, muy sensible a los contrastes que ha vivido su generación en Cuba "entre el fervor revolucionario y el desencanto de la postrevolución".
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Pese a esas dificultades el autor explica que intenta convertir en universal todo lo que escribe y confía en que su nueva novela "La casa y la isla", publicada por Alianza de Novelas (AdN), sea leída más allá de una "clave sociopolítica cubana".
Su novela está ambientada "en una isla dentro de una isla", ya que cuenta la historia de tres personajes, dos mujeres y un hombre, que conviven en una vivienda en La Habana.
Anabela y Rebeca, que mantuvieron una relación de amor en la adolescencia, vuelven a encontrarse años después en torno a un joven médico revolucionario cubano que ha decidido no volver a ejercer ni salir jamás de su casa, un ambiente que irá atrapando a sus dos compañeras.
Como una especie de "inxilio" define el autor cubano esta situación en un lugar escogido por el médico para "protegerse y negar el resto de las cosas, mantenerse al margen, una casa que es simbólicamente un gesto de rechazo hacia lo que le rodea, a un sistema sociopolítico".
Pero la novela está compuesta además por "las biografías emocionales de unos personajes condicionados por necesidades mas íntimas, de amor, traición y amistad", explica Ronaldo Menéndez, que destaca la relación llena de "ambigüedades y sobreentendidos" que mantienen los tres protagonistas, "inmersos en la búsqueda y el hallazgo de la felicidad y la lucha frustrada por conservarla".
Según el escritor, este encierro aunque simbólico ocurre a diario en Cuba, donde la gente "vive hacia dentro": "Aunque parece que se vive de puertas para afuera hay mucha gente que está aislada, como mi padre que murió hace dos años y que no quería ni abrir la ventana".
Por eso, aunque la casa en la que transcurre la historia puede existir en otros lugares que no sean Cuba, solo pueden situarse en un sistema totalitario "por la frustración que se vive en ella no se puede imaginar fuera de esas estructuras de poder", dice el escritor.
Sus personajes "parten de la idea de que no es posible ser feliz en las circunstancias en las que viven y que el único terreno en el que pueden equilibrar la batalla es en el territorio íntimo, en esa soledad compartida por tres".
Sobre el papel de la literatura en Cuba, y aunque hace 20 años que no vive en la isla, Menéndez cree que "los escritores están atrapados en un discurso político quizá debido a la ausencia de un periodismo de opinión, lo hace que el campo de literatura se convierta en terreno para la protesta y el escritor tenga un rol de cronista social".
Su estilo ha sido calificado de "taquicárdico" y el escritor reconoce que es muy nervioso. "Eso se refleja en mi escritura y en mi método de trabajo. Esta novela está escrita a tirones, de continuo, todo el tiempo pasan cosas", explica Menéndez que asegura que su objetivo ha sido que en el libro no hubiera "grasa", que todo fuera "magro".
Respecto al futuro de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba tras la elección de Donald Trump, Menéndez ha sostenido que al régimen cubano le ha venido "como anillo al dedo" para poder "perpetuar el discurso del enemigo exterior y de culparle de todos los males".
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