Fidel en el cielo de cera

Está en el Museo de Madame Tussauds, Monsieur. Su cuerpo llegó aquí muchos años antes de morir. Su alma recién acaba de llegar ayer...

Fidel en el museo de cera © Eltiempo
Fidel en el museo de cera Foto © Eltiempo

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Este artículo es de hace 8 años

- No se mueva más, Monsieur…

- Es que me cuesta controlar las emociones. ¡Acabo de entrar en la Historia, compañera!


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- No soy su compañera. Cierre los ojos que le voy a hacer la raya.

- ¡Todos los cubanos somos compañeros, rubia!

- No está en Cuba, Monsieur.

- ¿Ah no? ¿Dónde estoy?

- Está en Londres.

- ¿En Londres? ¡No es posible! ¡Yo estaba en La Habana hace unos minutos!

- Está en el Museo de Madame Tussauds, Monsieur. Su cuerpo llegó aquí muchos años antes de morir. Su alma recién acaba de llegar ayer.

- Mis recuerdos son tantos, que se atropellan... ¡He estado en tantos lugares en persona y en cera!

- Su réplica en este museo es la más lograda del mundo.

- ¡Oh... ya empiezo a recordar! ¡El Museo de Madame Tussauds! ¡Llevo treinta años aquí...!

- Exacto Monsieur.

- ¿Y por qué tienes acento francés?

- Porque soy francesa, Monsieur Castro. ¡Quédese quieto!

- ¿Cómo te llamo entonces, rubia, ¿Madame?

- Madeimoselle, Monsieur. Soy Madeimoselle De Moselle, su nueva restauradora.

- ¡Encantado Mamuasel Demuasel! Se me da muy mal el francés, pero quiero aprender.

- Hay que probarlo todo Monsieur.

- Eso me decía siempre mi hermano menor...

- Me han encargado del cuidado de su aspecto después de muerto.

- No hace falta que me recuerdes todo el tiempo que he muerto. Todavía no lo he asumido.

- Ya tendrá mucho tiempo para hacerlo. ¡Monsieur, no se mueva, merde!

- Perdón perdón...

- (…)

- Yo espero no estar muerto, y que todo sea otra burda maniobra del imperialismo, ¿sabe?

- Ya lo ha confirmado su hermano por televisión, Monsieur.

- No se crea todo lo que dicen por televisión. Yo he engañado a toda Cuba gracias a ella durante medio siglo. Ahora mis enemigos están engañando a mi hermano y al mundo entero...

- ¿Usted cree, Monsieur?

- ¡Estoy seguro, Gretel!

- Madeimoselle Monsieur, Madeimoselle De Moselle.

- El imperialismo ha creado una falsa sensación de que estoy muerto. Lo han conseguido con alta tecnología virtual a gran escala. ¿Sabía que se puede quitar la sensación de hambre a un país entero, con una aplicación de Apple?

- No, no lo sabía Monsieur.

- En Cuba lo estamos implementando. Hoy se puede hacer de todo de forma digital. Mi muerte seguramente es solo virtual.

- Dios no lo quiera... digo, puede ser, Monsieur.

- No se puede dar por hecho que todo esto esté pasando realmente…

- Ya.

- Así que todavía es muy prematuro asegurar que estoy muerto.

- Claro, claro.

- Además, yo no estaba para morirme, si a ver vamos. ¿No crees?

- Ya tenía 90 años Monsieur...

- ¡Estaba en la flor de mi madurez! ¡Empezaba a disfrutar de la vida, Isabel!

- Madeimoselle De Moselle.

- (…)

- (…)

- No me gusta la forma en que se ha producido mi muerte virtual.

- ¿Cómo ha sido, Monsieur?

- ¿No se ha hecho público?

- No.

- ¡Menos mal!

- ¿Qué pasó?

- Resulta que Dalia había hecho garbanzos con chorizo para cenar.

- Ya.

- Siempre estamos prevenidos en casa cuando Dalia hace potajes, porque a todos nos dan ganas de cagar.

- Vaya.

- Y a mí además me producen gases. Unos gases muy violentos.

- Lo considero Monsieur.

- Dalia es una terrorista en la cocina, pero qué le vamos a hacer, no pude conseguir a una mujer mejor.

- Tenemos que conformarnos con lo que la vida nos da.

- Así es. ¿De qué estábamos hablando?

- De su muerte virtual

- Ah sí, sí. Mis guardaespaldas van con caretas antigás el día que Delia hace potaje, porque yo genero un ambiente muy tóxico a mi alrededor.

- Qué curioso...

- Pero no se me puede culpar. Me gustan los potajes, ¿qué le voy a hacer?

- Claro. ¡Pero no se mueva!

- Perdón perdón... El caso es que cuando hay potaje, Dalia tiene la costumbre de tapar las paredes del comedor con papel de periódico, porque se me van los gases y yo me tiro unos pedos muy potentes y lo dejo todo perdido. Como si estuviera pintando con pistola, ¿entiende?

- Intento hacerme una idea.

- Así que me fui al inodoro a tirarme unos cuantos pedos tranquilamente, como siempre hago.

- Buena idea.

- Pero cuando me senté, y solté el primer pedo... se me salieron como cuatro metros de intestino.

- ¡Qué horror!

- ¡No no, si eso también es normal! Me pasa siempre. Se me sale el colon y una parte del intestino delgado. Dalia los enrolla en un palito, y me los vuelve a meter por el ano, como un supositorio.

- Dalia es un ángel.

- Todo está controlado. Pero esta vez, antes de que tuviera tiempo de sacar mis intestinos de la tasa, entró mi guardaespaldas y descargó la cisterna. Es parte del protocolo cuando voy a cagar.

- Vaya...

- Yo le grité que no descargara, pero llevaba la careta antigás y no podía escucharme. Total, que le dio a la palanquita.

- Vaya por Dios.

- Mi inodoro es americano ¿sabe? De los buenos. Tiene una gran fuerza de absorción. Entonces se me fueron los cuatro metros de intestino, más los otros cuatro metros que todavía estaban dentro.

- Debió ser terrible.

- Me absorbió todas las vísceras. Me quedé vacío como un pollo congelao.

- ¡Dios mío!

- Dalia intentó enrollarme el intestino en el palito, pero apenas recuperó un poco del yeyuno, y parte del íleon. Todo lo demás desapareció en el desagüe.

- ¿Llamaron a su médico?

- No. Mi médico no sabe nada de instalaciones sanitarias. Llamamos a un plomero.

- ¡Mon dieu, Monsieur!

- Pero ya era tarde. Mi colon apareció trabado en una alcantarilla del Laguito, y encontraron el duodeno flotando en la Playita de 16, entre todos los pájaros que se bañaban allí.

- Qué fuerte, Monsieur.

- Por eso no acabo de asumir que he muerto. Una gran figura de la Historia como yo, no puede morir de un modo tan pedestre. Todo debe ser una rutina informática virtual de los americanos.

- No se preocupe, Monsieur, tendrá mucho tiempo para asumir su nueva situación. Bette Davies estuvo años aquí pensando que todavía estaba viva, hasta que se le derritió un brazo y se le cayó un ojo. Es difícil asumir que uno es de cera.

- Es duro, sí...

- Pero usted mírelo por el lado bueno. Los liftings les salen gratis a todas las figuras del Museo. Menos a Cher que tiene que pagar una tasa.

- Eso me consuela...

- (…)

- (…)

- Así que Mamuasel Demuasel. Qué nombre más rebuscado ¿no?

- Soy artista, y francesa, Monsieur, ¿qué esperaba? Somos rebuscados. Pero somos grandes plásticos.

- Eso también es verdad... Por eso quise que me reprodujeran aquí. Me hicieron una estatua de cera en Holguín, y tuve que mandar a fusilar a todo el equipo de escultores. Parecía una mala cosa.

- Hoy en día si quiere un buen trabajo, tiene que buscar a los mejores. ¡Deje de moverse!

- ¡Ay perdón perdón! No puedo controlarlo, mis músculos se mueven solos.

- Pues ya le quedó la raya del ojo como a María Remolá, le aviso.

- ¿Qué?

- No debió moverse, Monsieur Castro.

- ¡No serás capaz de dejarme así!

- Dentro de diez minutos cierran el Museo, Monsieur. Tengo que irme a casa.

- ¡Es mi regreso a las portadas de todos los periódicos del mundo, Claribel! ¡Mi gran día de gloria! ¡No puedo mostrarme así en público!

- No hay tiempo. La pintura sobre cera no es fácil de borrar.

- ¡No puedo presidir la sala principal con el aspecto de una traidora al bell canto cubano!

- Es la tercera raya que le hago esta tarde, Monsieur. Y me estoy hartando de usted…

- Todos se hartan de mí desde que soy un niño, no es nada raro.

- ¿No se ha preguntado nunca por qué?

- ¡No me trates como a un demente, María Esther! El aspecto que me dieron en las anteriores restauraciones dejaba mucho que desear.

- ¿Tiene alguna queja?

- ¡Por supuesto! ¡No era yo! La última vez quedé como Sol Pinelli.

- Es que usted murió idéntico a Madame Pinelli, Monsieur.

- ¿Cómo?

- Nos advirtieron de que era muy desagradable verlo en persona, así que desechamos la idea de viajar a La Habana para fotografiarlo.

- Eso me entristece mucho...

- Pero nos mandaron una foto de su 90 cumpleaños, para que nos sirviera de modelo.

- ¡Ah, muy bien!

- Y cuando abrimos el sobre, todos los restauradores tuvimos que salir a vomitar.

- No me diga… ¡Lo siento muchísimo!

- Después hicimos una reproducción exacta de la foto, y nos salió eso: Sol Pinelli en chandal.

- No me jodas, Merichel.

- Fue muy traumático para nosotros ver su estatua de cera terminada.

- ¿Era entonces… como un viejo loco?

- No no; como una vieja, Monsieur. Como una vieja loca.

- ¡No!

- ¿No le estoy diciendo que como la Pinelli?

- ¡Pero si yo era muy buen mozo!

- Pues se deterioró mucho con el tiempo.

- No me veía tan mal en mis espejos de mi casa de Punto Cero…

- Porque ya no estaba en sus cabales. Veía visiones. Pero daba mucho asco, la verdad.

- (…)

- Era un ser repugnante, como un demonio maligno…

- (…)

- Una aparición escalofriante del más allá, quiero decir.

- Ufff...

- Era como una alimaña, una pesadilla infernal, un…

- ¡Bueno está bueno ya! ¿no? ¡A ver si ahora me vas a joder el día más importante de mi vida, Florisel!

- Solo quiero que se haga una idea del gran esfuerzo de abstracción que debo hacer, Monsieur. Es muy difícil para mí reproducirlo con un aspecto amable. Su imagen real de viejo era muy desconcertante.

- ¡No es justo que se me discrimine por feo!

- La gente viene a este museo a pasar un rato agradable Monsieur. Cuando lo pusimos en exhibición con su aspecto de los últimos años, dejó de venir mucho público. El Museo perdió mucho dinero…

- ¡Ya estamos con el dinero!

- Gracias a él podemos mantenerlo, Monsieur.

- ¡Pues que sepas que yo soy una estatua de cera muy cara! ¡Soy el estadista más grande del siglo XX! ¡Y el último revolucionario del planeta!

- Los niños no querían entrar a verlo.

- ¿Por qué? Siempre fui muy niñero.

- Usted les producía ataques de pánico, Monsieur.

- ¡Los niños cubanos me han querido mucho!

- Pues los del resto del mundo no lo pueden ver.

- ¡Porque son niños capitalistas que le tienen miedo a todo! Los niños de Cuba me amaban.

- Los tenía acojonados desde chiquitos, Monsieur. Era terror, no amor.

- Todo es cuestión de acostumbrarse a mi presencia.

- A los turistas no les gusta nada retratarse con usted, Monsieur. Prefieren a Amy Winehouse, al Papa Francisco, o al Presidente Obama.

- ¡El Negro y Paco! ¡Excelentes personas! ¿Están aquí?

- Son las grandes estrellas vivas de este museo.

- ¡Pónganme junto a ellos, Claribel! Son gente decente. Necesito estar rodeado de personas honestas y humildes, para destacar.

- No podemos, Monsieur. El Museo no mezcla vivos con muertos, salvo en casos muy excepcionales.

- Pues qué contrariedad…

- Tendrá que esperar a que se mueran para compartir la misma sala. Somos muy cuidadosos con eso.

- ¡Conmigo no han sido nada cuidadosos! ¡No han tenido reparos en encerrarme durante años en un almacén, Grisel!

- Porque ya no era popular, Monsieur.

- ¡Fue un golpe muy bajo!

- Nuestros almacenes están climatizados. Lo hemos conservado en perfecto estado hasta hoy.

- ¡He sufrido mucho allí! Estaba metido en una caja con Enrique VIII, Phan Van Dong y Rosa Parks, personas con la que no tenía ninguna química.

- No podemos almacenar a las estatuas por afinidad, Monsieur.

- ¡Lo he pasado muy mal con esa gente, Rosabel! No sabes lo que es aguantar todos los días a Rosa pidiéndole a gritos el asiento del trono a Enrique VIII. Cuatro años soportando los alaridos de esa negra en medio de la oscuridad. ¡Eran gritos escalofriantes!

- Se lo advertimos al llegar Monsieur, las estatuas de cera que no son populares, las guardamos o las reconvertimos en materia prima.

- Muy triste.

- La cera es cara. Tenemos que reciclar. Hace unos meses derretimos a Issac Newton para hacer a Justin Bieber.

- ¡Ustedes no se detienen ante nada!

- No somos un negocio de corte sentimental, Monsieur. Nos guiamos por el mercado, básicamente.

- Ya veo.

- Pero nunca lo engañamos. Le dijimos: “Lo han reproducido en cera. La gente lo vendrá a ver a usted cuando su cuerpo real esté descomponiéndose”.

- Cierto, fue una bienvenida muy poco afectuosa.

- Y le advertimos sobre el protocolo de la casa respecto a los personajes famosos que no tuvieran éxito en sus versiones de cera. Le contamos la mala experiencia que tuvimos con Indira Ghandi, y con Hedda Hopper, que no cumplieron las expectativas comerciales y hubo que derretirlas.

- ¡Derritan a Rosa Parks, por favor! ¡Qué demonio de mujer!

- No debería quejarse tanto, Monsieur. Podíamos haberlo convertido en velas hace mucho tiempo.

- En eso tiene razón. Siempre les estaré agradecido.

- Tuvimos el detalle de guardarlo, esperando a que llegara el día en que volviera a ser noticia.

- ¡Y por fin llegó ese día, Grisel!

- Madeimoselle De Moselle, Monsieur…

- ¡Hoy voy a ocupar el lugar de honor donde siempre debí estar!

- Tampoco es para tanto, solo lo van a cambiar de sala.

- ¡Sí, pero no es un cambio cualquiera! ¡Ahora voy a presidir la exposición!

- Será solo durante los nueve días que han decretado en Cuba para su duelo.

- ¿Cómo?

- Después volveremos a colocarlo donde estaba.

- ¿Nueve días? ¿Solo me harán un duelo de nueve días en Cuba?

- ¿No cree que son suficientes?

- ¡Claro que no! ¡¿Sólo nueve miserables días de dolor?! ¡Cuba debería estar un año entero de duelo, como mínimo! Qué digo un año... ¡merezco el duelo eterno de mi pueblo! ¡Debían guardarme luto para siempre! ¡Qué hijo de puta es mi hermano! Me la ha jugado, el muy mariquita...

- ¡Quédese quieto, merde!

- Perdón perdón perdón… ¡es que estoy muy indignado, Marisel! Oiga... ¿podía hacerme un favor?

- Dígame a ver.

- Cuando hagan la estatua de cera de mi hermano, que espero que sea pronto, quiero que lo representen tan viejo y tan feo como esté el día que se muera.

- ¿Alguna razón en particular?

- ¡Tiene que pagarme esto que me ha hecho! ¡Nueve días de duelo de mierda... será hijo de puta! Ah, y si es posible, vístanlo de Madame Butterfly...

- ¿De china? ¿Por qué?

- Yo me entiendo, no se preocupe. Usted vístalo de china. Se va a enterar ese pájaro quién es Fidel Castro... Ay como me voy a reír, cojones... jejejejeje.

- Deje de protestar, Monsieur. A usted lo sacamos del almacén cuando abdicó del poder, y lo llevamos a una sala de exposición. No puede quejarse.

- ¡Sí, pero me pusieron entre Camilo y el Ché! ¡Hubiera preferido quedarme con Rosa Parks!

- Es un icono clásico de sus imágenes heroicas, Monsieur: Camilo, el Ché, y usted entre ambos.

- ¡Eso era en vida! Ahora es distinto. ¿Sabe lo mal que lo he pasado allí? ¡Y agarrado a Camilo!

- Así están en el billete de un peso que nos mandaron de modelo, Monsieur.

- ¡No me vengas ahora con la numismática, Claribel!

- El Museo Tussouds es muy exigente con el rigor histórico de sus figuras.

- ¡Entonces tenían que saber que corría peligro entre esos dos!

- ¿Por qué, Monsieur?

- ¡Por venganza! ¡Esos dos quieren vengarse de mí! ¡Y casi lo consiguen! ¡Llevo meses soportando sus insultos! ¡Todas las noches; que si hijo de puta, que si singao, que si me cago en tu puta madre, que si te vamos a despingar…! ¡Vivía aterrorizado, Claribel!

- Lo siento Monsieur. Si lo hubiéramos sabido...

- ¡Sufrí muchas noches de acoso cuando apagaban las luces del museo! ¡Me hacían bulling, Rosabel! ¡Me destrozaron los nervios!

- Eso sí se lo notamos. La cera de la frente se le empezó a derretir y se le cayó una oreja.

- ¡Era el estrés! ¡He vivido con miedo entre esos dos cabrones!

- ¿Pero por qué quieren vengarse de usted, Monsieur?

- Antiguos rencores sin importancia. No saben olvidar y pasar página. No han querido entender las razones por las que ordené sus eliminaciones físicas.

- (…)

- (…)

- Eso no está en los libros de Historia, Monsieur.

- (…)

- Ni en ningún libro que yo haya leído. ¿Ordenó las muertes de Camilo y el Ché?

- Pues... ahora que estoy virtualmente muerto, puedo decírselo: sí, me tenían muy cansao. Me estaban robando protagonismo. Cuba me necesitaba a mí, no a ellos, pero nadie hacía nada por arreglar ese asunto. Hay veces que un gobernante debe tomar decisiones impopulares. Pero eso te hace más fuerte.

- (…)

- ¿No le parece que ha decaído el rigor del Museo, Maribel? Sus reproducciones no son exactas.

- ¿Por qué, Monsieur?

- El Ché aparece con las dos manos intactas. Un gran error, porque se las cortamos.

- Tomaré nota.

- Y Camilo debe ser morado y gordo. Los ahogados se inflan y se ponen cianóticos. Yo incluso le hubiera agregado un poco de algas alrededor del cuello, para añadirle realismo.

- Gracias Monsieur, le transmitiré su observación a la dirección del Museo.

- Solo es una sugerencia; quiero contribuir al prestigio de esta institución aportando elementos creíbles a las figuras. Siempre que llego a un lugar, intento mejorarlo, aunque después lo deje todo hecho una mierda. Pero la intención, la tengo.

- Se lo agradecemos Monsieur.

- Dígale a la dirección también que el Ché está demasiado joven.

- Es que murió siendo muy joven, Monsieur. Tendrá siempre esa única imagen de eterna juventud, como Marilyn y James Dean.

- Ese argentino... otra vez haciéndome sombra, incluso después de muerto.

- Es una de nuestras figuras más populares. De todas formas usted estaba bien últimamente. Lo cambiamos de sitio. ¿Qué tal le ha ido en el segundo piso, al lado de Yasser Arafat?

- Bien, bien. Estaba más tranquilo. Arafat sí es mi amigo; no tengo quejas de él. Es más bajito y a su lado yo parezco todavía más alto y fuerte. Me hace chistes cochinos en árabe todo el tiempo. Por las noches fumamos hatchís y hablamos de prácticas sexuales raras, como el bondage y el riming. Arafat es un enfermo, sexualmente.

- Entonces estaba contento allí.

- Bueno... mi imagen era mejorable. Me tiñeron de un castaño claro que no le pegaba mucho a mi color de piel. ¿Qué aspecto tengo ahora, Florisel?

- Por suerte para usted, el museo aceptó su petición de recrearlo más joven de lo que murió. Ni con Abraham Lincoln lo hemos hecho.

- ¡Fantástico! ¿Con cuántos años me han reproducido ahora?

- Unos cincuenta.

- ¿Por qué no me recrearon con veinticinco? ¡No estaba tan diferente!

- Tendrá que conformarse. Por lo menos no está deformado.

- ¿Me han reproducido con el sex-appeal que tenía a esa edad? Era muy sexy.

- Lo hemos intentado. Pero ya le digo que tendrá mucha competencia.

- ¿Quién puede competir conmigo? No hay nadie hoy más famoso en el mundo que yo.

- Llega en un mal momento a la sala principal, Monsieur.Se acaba de morir Joe Cocker y Dylan ha ganado el Nobel. Lo tendrá muy difícil cuando lleguen, si quiere llamar la atención…

- ¡Mierda! ¡Se los dije! ¡Rechazaron mi propuesta del animatronix, que era ideal para una situación así!

- Lo rechazamos, por suerte para el Museo, Monsieur. No estamos locos.

- Era una gran idea.

- Monsieur Castro, usted pretendía que lo representáramos como un muñeco parlante pronunciando el discurso por el que entró en los Guinness.

- ¡Exacto! El discurso más largo e interesante que se ha pronunciado en la historia, Gretel...

- Y que se escuchara en todo el museo de forma permanente, en vez del hilo musical.

- ¡Era un gran anzuelo comercial para este negocio!

- Habría sido nuestro suicidio como empresa, Monsieur.

- Usted también me menosprecia... Hace burlas de un pobre anciano… ya veo.

- Ahora no se me ponga a llorar, Monsieur, que se le corre la pintura.

- Perdona perdona, Maribel. Me viene a la mente mi colon flotando en la Playita de 16 entre tantos pájaros que me odiaban..., y me da mucho sentimiento. ¡Además, he pasado momentos muy duros aquí en el museo!

- El museo ha tenido muchos detalles con usted.

- ¡No muchos, no muchos! ¡Se me ha tratado muy mal, en general!

- Le quitamos el polvo todos los días, Monsieur. Le reponemos el pelo que se le cae y le sustituimos la cera en mal estado. Incluso le limpiamos las cacas de mosca, que dan mucho trabajo. Todavía no entendemos por qué las moscas lo cagan solo a usted.

- Yo tampoco lo entiendo… ¡Deben ser moscas enviadas por el imperialismo!

- El caso es que no tiene motivos para quejarse. No se mueva, que voy a trabajar en los párpados.

- Intenta que se me vean. No quiero parecer un pescado, como Chávez, que no tenía párpados.

- (…)

- Y tápame las ojeras, que a los cincuenta ya tenía mirada de oso panda.

- ¡Que no se mueva le he dicho, carajo!

- Perdón perdón perdón…

- Cierre los ojos y cállese un rato, Monsieur. Vamos a ponerlo junto a Kennedy, que es una estatua silenciosa. Debería ir atemperando su incontinencia verbal.

- ¿Junto a Kennedy? ¿Me van a poner junto a JFK? ¡No pueden hacerme eso!

- ¿También ordenó su eliminación física?

- ¡Sí, pero en defensa propia! La CIA ya había ordenado la mía. ¡Era él o yo!

- Tenía usted muy mal carácter, por lo que veo…

- No llevo bien que haya un líder más carismático cerca de mí.

- Usted es una estatua de cera muy conflictiva Monsieur. Quizás lo mejor para todos sea ceder su puesto a otra figura dentro de unos meses...

- ¿A otra figura? ¿A quién? ¡No existe nadie que pueda sustituirme!

- Ayer recibimos un aviso de La Habana. Alicia Alonso ha tenido un desmayo al enterarse de su muerte. Está bastante delicada...

- ¡No me diga!

- ¿Ordenó alguna vez la eliminación física de Alicia?

- ¿Para qué? Era un esfuerzo inútil. Esa vieja es de piedra.

- Si muere, lo derretiremos a usted para crear su estatua de cera.

- (…)

- (…)

- ¿Solo me derretirán si Alicia muere?

- Exacto Monsieur. Solo si ella muere.

- Mmmmm... ¡Trato!

- ¿Ahora por qué sonríe con malicia? Cierre otra vez los ojos. Le difuminaré un poco de sombra.

- Pero tenue, que yo no soy mi hermano, no te pases Suchel.

- ¡Madeimoselle, coño, Madeimoselle De Moselle!

- Uy.., qué carácter tienes hija.

- ¿A que lo derrito antes de que llegue Alicia?

- ¡Perdón, perdón perdón!

(Publicado originalmente en Carlos Ferrera Torres FB)

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Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.

Carlos Ferrera Torres

Arquitecto, escritor y guionista nacido en La Habana, reside en España desde 1993, donde ha desempeñado su labor profesional como guionista de ficción y realitys en productoras de televisión como Magnolia y Zeppelin TV. Ha escrito varias piezas teatrales estrenadas en USA, Grecia, Argentina y España


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Carlos Ferrera Torres

Arquitecto, escritor y guionista nacido en La Habana, reside en España desde 1993, donde ha desempeñado su labor profesional como guionista de ficción y realitys en productoras de televisión como Magnolia y Zeppelin TV. Ha escrito varias piezas teatrales estrenadas en USA, Grecia, Argentina y España