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Corría el año 1979 cuando Fidel Castro visitó al presidente de México, José López Portillo, en la localidad de Cozumel (Quintana Roo) y con las relaciones entre Cuba y Estados Unidos viviendo uno de los peores momentos.
Según reveló Wikileaks, el recibimiento al presidente cubano incluía un regalo por parte de las autoridades aztecas. Se trataba de un químico usado en la industria petrolea mexicana que nunca llegó a las manos de Castro porque Estados Unidos impidió su exportación.
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El mismo día en que el dirigente cubano llegaba a México, la empresa Pemex solicitó al gobierno estadounidense que autorizara el envío a Cuba del químico (CBZ-1 Zeolite), previamente comprado a una empresa de Baltimore dos años antes por 36.000 dólares.
A pesar de que ya había sido utilizado en territorio mexicano y su valor comercial era escaso, Washington se negó a que el regalo se entregara.
Los dos días que pasó Fidel Castro en el país centroamericano sirvieron para que asegurara que su relación con el país norteamericano se encontraba "perfectamente mal", al mismo tiempo que negó una intervención militar en Angola y apoyó curiosamente las libertades y derechos de los indocumentados mexicanos en EEUU.
En aquella etapa desde la administración estadounidense se acogió con preocupación la llegada del mandatario comunista a México, hasta el punto de sugerirle al presidente Portillo los temas que debía tratar con el presidente de la mayor de las Antillas.
En este sentido se buscaba hacer llegar a Castro las preocupaciones existentes por su falta de interés en firmar el Tratado de Tlatelolco, destinado a prohibir armas nucleares en América Latina y el Caribe, y por el amplio ejército que disponía Cuba, equiparable al de países con 10 veces más población como Brasil.
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