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La Habana, 4 nov (EFE).- Desde que se conoció la muerte de Fidel Castro el pasado 25 de noviembre, las dudas y preguntas acerca del futuro que le espera a la isla han servido para hacer un sinfín de análisis y elucubraciones.
La descentralización, la unificación monetaria, la ley de pequeña y mediana empresa y una reforma migratoria más flexible para los que se fueron son algunos de los temas pendientes que pueden agilizarse sin la figura del ex líder revolucionario.
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Pese a todo el deceso de Castro no supondrá cambios inmediatos ni radicales en la Cuba socialista, pero podría acelerar reformas económicas más audaces y un estilo de Gobierno más pragmático e institucional que asuma la importancia del relevo generacional y de una cultura y periodismo más abiertos.
El deceso de Castro no supondrá cambios inmediatos ni radicales en la Cuba socialista, pero podría acelerar reformas económicas más audaces y un estilo de Gobierno más pragmático e institucional
Para el analista y exdiplomático cubano Carlos Alzugaray, quien sí percibe "tensiones en el ámbito cultural y del periodismo, habrá que decantarse por más apertura".
"Como tantos casos similares, y más en este en que el fallecimiento ha estado precedido por un largo período de transición de 10 años, muchos cambios ya se han ejecutado. Sin embargo, la partida definitiva de Fidel probablemente permita al presidente Raúl Castro y a los dirigentes más cercanos actuar con más autonomía", sostiene.
En contra de la creencia generalizada, Raúl Castro no consultaba a su hermano Fidel cada paso, pero tampoco lo ignoró.
Alzugaray cree que "muchos cambios se pospusieron por respeto a una figura que puede ser vista como el patriarca respetado de una familia que sabe que tiene que cambiar, pero no quiere darle un disgusto al fundador en vida".
La vieja guardia del Partido Comunista, agrega, "puede haberse escudado en la presencia física de Fidel para evitar los cambios más audaces", pero "ahora ya no está".
Ni siquiera en forma de estatua, calles o plazas, porque siguiendo su voluntad, la Asamblea cubana prohibirá por ley el uso del nombre de Fidel para esos fines. No habrá pues culto personalista hacia la figura vertebradora de una Revolución que ahora se enfrenta al reto de ser sostenible sin su "soldado de las ideas".
"Su ideario no desaparecerá. Sin embargo, Raúl ha revertido formas de gobernanza que formaban parte intrínseca del modus operandi de Fidel al abandonar los grandes discursos y los golpes de timón que caracterizaron la forma de dirigir de su hermano", señala Alzugaray.
Y enumera: "Poner límites a los mandatos, hacer que las cosas funcionen más por canales institucionales".
Raúl Castro deja la Presidencia en 2018 pero seguirá tres años más como primer secretario del PCC y quienes lleguen, aventura el analista, se inspirarán más en su forma de gobernar que en la de Fidel.
"La presencia de Raúl hará más fácil la transición hacia algo parecido a lo sucedido en China", donde Mao Tse Tung tiene todo el reconocimiento pero las políticas reales son muy distintas.
La sangre nueva puede llegar en forma de jóvenes, civiles, mujeres y afrodescendientes promovidos en los próximos meses, aventura.
El actual presidente está poco o nada interesado en ser un mito. Lo que busca "es la sostenibilidad de un sistema, basada en soluciones prácticas a los problemas de la economía y del modelo social", con la palabra "prosperidad" como sinónimo de supervivencia.
Fidel apostó a "sembrar conciencia" y Raúl, con sus reformas aperturistas, lo ha hecho a la eficiencia porque "sabe que sin prosperidad el modelo cubano entrará en crisis", asegura el experto.
No será fácil. Cuba enfila hacia la recesión por primera vez en una década, arrastrada por la crisis en Venezuela, que proveía a la isla de petróleo subsidiado y pagaba por el envío de profesionales cubanos -sobre todo médicos-, capital humano que constituye la primera fuente de ingresos para la isla.
Mientras el país trata de captar inversión extranjera para apuntalar la economía, la llegada del volátil Donald Trump a la Casa Blanca tampoco pinta el mejor escenario.
El nuevo presidente de EE.UU. celebró con júbilo la muerte de Fidel Castro, ha insistido en que revertirá el deshielo impulsado por su antecesor, Barack Obama, y ha situado en cargos estratégicos de su equipo de transición a furibundos anticastristas como Mauricio Claver-Carone (tesoro) e Yleem Poblete (Seguridad Nacional).
Alzugaray sostiene que el Gobierno de la isla "ha dado todos los síntomas de mantenerse sereno y no va a dejarse provocar", y subraya que Trump aún no ha concretado nada.
Con el bloqueo aún vigente, Washington y La Habana aceleran la cooperación mientras Obama siga al frente. Uno de los negociadores cruciales del deshielo, Ben Rhodes, fue el enviado de EE.UU al funeral de Fidel, y aprovechó el viaje para concretar nuevos acuerdos, parece que con implicación de gigantes como General Electric, Google, y Norwegian Cruises.
Siendo prácticos, dice Alzugaray, "¿para qué va a cerrar Trump una puerta que Obama le abrió cuando sabe que reabrirla le va a costar políticamente?".
Otra incógnita es la "inevitabilidad biológica", la expresión que siempre usaba Fidel para referirse a la muerte, y que también atañe a Raúl Castro, de 85 años: ¿hay una hoja de ruta ante una eventual desaparición del presidente antes del 2018?.
El analista recuerda que el mandatario es militar, al igual que sus colaboradores más cercanos.
"Los militares en cualquier parte del mundo siempre se están preparando para lo imprevisto, así que pienso que lo han considerado y han hecho planes", concluye.
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