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El mal tiempo hizo que una pequeña embarcación con 22 migrantes cubanos encallara este martes en los arrecifes pertenecientes a las Islas Caimán, específicamente en Little Caimán.
Todo pudo haber terminado en tragedia, pero "tocar tierra" los salvó.
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Así se expresaron algunos de ellos tras ser rescatados por un equipo que incluyó agentes de la policía estacionados en Little Caimán, funcionarios del distrito y personal del Departamento de medio ambiente.
Una vez entrevistados, algunos de ellos contaron una "interesante historia": once de ellos ya habían estado en Islas Caimán con anterioridad, no como turistas, y sí como balseros.
Un comandante de la policía relató que el grupo estuvo desde el martes intentando reparar su bote para echarse a la mar nuevamente, pero luego fueron trasladados a viviendas del gobierno desde el miércoles, donde se les dió toda la atención que casos así requieren, a la espera de que el Departamento de Inmigración los llevara hacia Gran Caimán; un hecho que se tenía previsto tuviese lugar ayer jueves o este viernes.
Antes de que las autoridades llegaran al lugar ningún residente local se presentó a auxiliar a los cubanos, ya que las leyes del país castigan severamente "a cualquier persona que ayude o facilite el transporte ilegal, de acogida o coopere con el movimiento de los migrantes, tengan o no fines lucrativos."
Según el diario Cayman Compass, la pena máxima por cualquiera de estos delitos puede ser hasta de siete años de prisión y/o $50.000 dólares caimenses, que al cambio actual serían casi unos $61 mil dólares norteamericanos.
con información de Cayman Compass y Diario de Cuba
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