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Junto con impactantes imágenes de la campaña electoral, la guerra en Siria y los triunfos de Usain Bolt, la revista Time ha seleccionado una expresiva instantánea tomada por el cubano Alberto Reyes entre las mejores fotografías de 2016. Debe decirse que antes de esta selección la foto había sido elogiada, y publicada mil veces, a lo largo y ancho del mundo.
La foto muestra, como puede verse, al avión de la Air Force One, que conducía al president norteamericano Barack Obama y su familia, sobrevolando un barrio humilde de la periferia habanera. La nave se dispone a aterrizar en el aeropuerto de Rancho Boyeros, de modo que la foto fue tomada, exactamente, el 20 de marzo de 2016.
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Según la presentación de Alberto Reyes, el autor de la foto, para los lectores de la revista Time, él formaba parte de un equipo de fotógrafos y reporteros encargados de cubrir la transcendental visita, y se les ocurrió que la información debía comenzar desde antes de que el presidente pisara tierra cubana.
Desde ningún punto del aeropuerto se hubiera logrado una fotografía tan expresiva, y rica en sugerencias, como se logró desde este barrio, cercano al punto de aterrizaje, pero distante de las imposibles medidas de seguridad, que imposibilitaban tomar un buen plano.
El fotorreportero contrató un motociclista del mismo barrio, y el fotógrafo llegó hasta el lugar pocos minutos antes de que escuchara el ruido de las turbinas y pasara el avión, que algunas personas contemplan atraídos por el tamaño inusual de la nave, y por la singular combinación de azules entre los almendrones que casualmente circulan en la calle, el cielo y el avión.
Fotógrafo del diario Granma, Yander Zamora firmó la foto con su segundo nombre y apellido, Alberto Reyes. Es santiaguero y vive en La Habana. Durante esos días trabajó de freelance para la agencia Reuters, y tal vez por esa causa decidió firmarla con un nombre distinto a como aparecen sus colaboraciones habituales en Granma.
Es importante tener en cuenta que durante esos tres días, viajaron y trabajaron en Cuba centenares de los mejores fotoperiodistas del mundo, y el autor, con su vieja Nikon D7000, comprada por un amigo de segunda mano en Nueva York y un modesto 18-70 que le prestó otro colega, logró atrapar la belleza y significación histórica del instante.
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