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La historia nos la cuenta Diario de Cuba.
Teófilo Sánchez , un hombre que se considera un revolucionario, y que lo dio todo por la Revolución, hoy vive "el díario", gestionando que puede resolver para llevar a la mesa de la casa, y luego a su boca.
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Curiosamente Teófilo fue de los que en los primeros años de la Revolución "tuvo un puesto" gracias a su labor en la clandestinidad, por la cual, incluso, sufrió prisión.
Teófilo en los primeros años del triunfo revolucionario era de los que "llevaba los suministros y los efectos electrodomésticos que necesitaban."
Era un hombre de confianza, pero con los años relata que hubo quienes recibieron de todo y jamás tiraron "ni una escupida en la guerra" Gente que "se encaramó en el tren de la revolución y aprovechándose del momento ascendieron en buenos cargos públicos."
Teófilo no fue de esos. Se dedicó a estudiar y a trabajar. Se hizo técnico en refrigeración.
"(...) estuve un tiempo en el grupo que preparaba las distintas residencias de descanso del Comandante en Jefe", rememora. "Aunque mi hermano Ciro Sánchez ascendió como oficial del ejército, yo continúe arreglando refrigeradores. En 1968 se inauguró la tienda para diplomáticos 'El Náutico' y me asignaron allí instalando el equipamiento. Una tarde, mientras atendía una llamada telefónica, entró al establecimiento un exsargento del ejército de Batista que conocía, al que acaban de intervenirle su negocio. Dicen que se había vuelto loco, se me acercó por la espalda y me disparó con una pistola".
La herida recibida puso a Teófilo donde se encuentra ahora: en una silla de ruedas. Jamás volvió a caminar.
"Aun así, soñaba con ayudar a construir el socialismo y persistí. Uno de los médicos dijo: 'Todos los días llegan a esta comisión decenas de hombres buscando la baja médica, por simples dolorcitos, y este lisiado de verdad da batalla por trabajar'. Gracias a él me dieron el alta. Fui de profesor para la Escuela de Electricidad, donde me jubilé en 1987".
Actualmente Teófilo anda en su silla de ruedas por todo Jaimanitas, "buscando el sustento diario".
Cuenta que recientemente recibió la medalla por los 60 años de la lucha clandestina, pero la guardó junto al resto de otras medallas y distinciones que no le sirven para comer.
"(...) tengo que dar mucha rueda por el pueblo buscando el sustento diario. Inventar todos los días como un mago, para comer. A veces me cae un ventilador, que enrollo y me busco unos pesitos, que tampoco me sirve de mucho. Todo está muy caro. Mi mujer tiene 80 años y está enferma. Es una carga adicional para mi situación".
Así y todo su fe en la Revolución no ha decaído un ápice, pero vive su vida "indeferente". No sabe si es feliz.
Dice que recibe ayuda del gobierno, por pertenecer a la Asociación de Combatientes, pero que no le alcanza.
"Ahora mismo no tengo un peso en el bolsillo. Ni para las medicinas. Solo mis medallas, el plomo alojado en el hígado y la médula espinal rota. Esas son mis únicas pertenencias reales. Soy un lisiado más, insolvente, de los tantos que andan por ahí", relata con amargura.
con información de Diario de Cuba
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