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Otorgados por asociaciones de críticos (en las grandes ciudades), academias e institutos, e incluso especialistas en cada disciplina como la dirección, el guión, las actuaciones, la fotografía, etc, hay de títulos que capitalizan el mayor número de triunfos promedio en tales entregas de premios.
Entre los títulos más destacados, porque aparecen en todas las selecciones de lo mejor del año, se incluyen el musical La La Land (Demian Chazelle); los dramas intimistas Moonlight (Barry Jenkins) y Manchester by the Sea (Kenneth Lonergan), y la ciencia ficción Arrival, dirigida por el canadiense Dennis Villeneuve, instalado en el cine norteamericano luego de éxitos como Incendies y Prisoners.
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Al parecer, la gran disputa ocurrirá entre La La Land y Moonlight, pues ambas han ganado la preferencia de medio centenar de estos premios de fin de año, e incluso, algunas instituciones como la Asociación de la Prensa Extranjera acreditada en Estados Unidos, que entregan el premio Globo de Oro, le han conferido a ambas películas sus principales reconocimientos y nominaciones.
La La Land fue denominada con evidente insistencia como mejor película y director, fotografía y guion, dirección de arte y partitura, sin olvidar a los protagonistas Ryan Gosling y Emma Stone, mientras que Moonlight ha sido favorecida por quienes deciden estimular el cine independiente, reconocer un director novel (se trata de la segunda película de Jenkins), y resaltar el valor de las actuaciones secundarias.
Moonlight forma parte, junto con las preteridas El nacimiento de una nación, y Loving, de un grupo de filmes con personajes afronorteamericanos que intentaron acallar las protestas de quienes acusan al cine norteamericano de racista.
Manchester by the Sea contiene una de las mejores actuaciones masculinas del año, la de Casey Afleck, y también es segura opción en las nominaciones de guion original, escrito por el director Kenneth Lonergan, y actriz secundaria para la siempre eficaz Michelle Williams.
En el conjunto se destacan los varios premios de guion para Arrival, cuya historia —sobre una lingüista (Amy Adams) encargada de comunicarse con alienígenas—, es contada de manera emocional e inteligente, y así se las arregló para superar en atractivo a superproducciones del mismo género como las enésimas entregas de Star Wars y Star Trek.
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